Las víctimas de uno de los genocidios más cruentos de la historia de Guatemala han visto con horror como el exgeneral ha muerto impune y ha sido enterrado entre aplausos, vítores y salvas militares.
Con indignación y rabia, han visto las víctimas del exdictador guatemalteco Efraín Ríos Montt, como este era enterrado aplausos, vítores y salvas de sus compañeros de armas. Este funeral con honores militares levanta muchas ampollas, pues el exgeneral ha muerto impune a los 91 años, a pesar de haber protagonizado uno de los genocidios más cruentos de la historia de Guatemala.
Ríos Mont dirigió de facto el país entre 1982 y 1983 aplicando una política de tierra quemada. Grupos paramilitares creados por su régimen y el Ejército arrasaron más de 400 aldeas y perpetraron masacres, como la de más de 1100 indígenas de la etnia maya ixil. El exdictador fue condenado a 80 años de cárcel por genocidio, pero nunca llegó a entrar en prisión pues la Corte Constitucional anuló la sentencia por errores en el proceso.
Mientras sus restos eran inhumados, miembros de la organización 'Hijos' se manifestaban en la Plaza de la Constitución con carteles en los que se podía leer: 'Ríos Montt, los pueblos no olvidan ni perdonan'.
"Estamos con una sensación un poco de cólera, de rabia, al pensar que este señor muere en su casa, muere en su cama, muere rodeado de sus familias, y nosotros seguimos acá exigiendo justicia", dice una de las manifestantes.
Con la muerte de Ríos Montt se da por concluida, según la ley guatemalteca, la persecución penal y todos los procesos abiertos contra él.