Más de 150 titiriteros de todo el mundo han venido a la ciudad de Ekaterimburgo para mostrar a niños y mayores su arte.
Más de 150 titiriteros de todo el mundo han venido a la ciudad de Ekaterimburgo para mostrar a niños y mayores su arte y también para alejarles de los ordenadores, como explica el director del festival, Rob Petrovic:
"¿Por qué hacemos el carnaval? Es mi idea de salvar a los niños de las videoconsolas. Son esclavos de estos aparatos e intentamos hacer renacer a las marionetas para que sean las mejores amigas de los niños".
Uno de los platos fuertes del festival es el teatro de títeres vietnamita, en el que los titiriteros manejan sus marionetas desde el agua para evitar ser vistos por los espectadores.
"Es bonito sentirte un niño otra vez y los títeres son fantásticos. Este es el segundo espectáculo que visitamos y es muy interesante, porque cuando vas a un teatro hay gente como nosotros, que vienen de India, Portugal, pero es lo mismo. Sin embargo los títeres marcan la diferencia. Hay técnicas diferentes, formas distintas, es muy interesante ver las diferentes maneras en las que las gente muestra su arte", decía un espectadora.
Un festival en el que los muñecos cobran vida.