Moscú vuelve a desoir las críticas y refuerza su control de la península ucraniana que se anexionó en 2014 tras un referéndum que no reconocieron ni Kiev ni la comunidad internacional.
Rusia finaliza la construcción de una valla con cámaras y sensores entre Crimea y Ucrania para impedir ataques de radicales ucranianos en la península que Rusia se anexionó en 2014.
Según el Kremlin, el dispositivo busca proteger a la población del "comportamiento desequilibrado" de las autoridades ucranianas y de los "radicales desquiciados".
El fin de las obras coincide con un repunte de la tensión entre Moscú y Kiev por el apresamiento de barcos ucranianos en el estrecho de Kerch. Este viernes, en una declaración conjunta la canciller de Alemania, Angela Merkel y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, mostraron su preocupación por "La situación de los derechos humanos en Crimea, ilegalmente anexionada por Rusia, el uso de la fuerza militar rusa en el estrecho de Kerch" y pidieron que "todos los barcos se beneficien de un paso seguro, libre y sin obstáculos".
Una petición que no parece haber escuchado Moscú que ha reforzado los controles en el puente sobre el estrecho que construyó el pasado mayo para unir la península de Crimea con Rusia, lo que según Kiev es un bloqueo comercial encubierto para debilitar su economía y aumentar su control sobre el este del país.
El mar interior de Azov es compartido por ambos países en virtud de un acuerdo bilateral firmado en 2003, que garantiza la libertad de navegación de las embarcaciones por el estrecho de Kerch.