El aeropuerto parisino de Orly, en el que operan vuelos de corto alcance, cierra sus pistas hasta nueva orden debido a los estragos que ha causado en el tráfico aéreo la pandemia del coronavirus. El flujo de pasajeros apenas alcanza el 10% del que había hace un año, cuando se terminaron las obras de
El aeropuerto parisino de Orly, en el que operan vuelos de corto alcance, cierra sus pistas hasta nueva orden debido a los estragos que ha causado en el tráfico aéreo la pandemia del coronavirus. El flujo de pasajeros apenas alcanza el 10% del que había hace un año, cuando se terminaron las obras de una reforma multimillonaria que pretendía hacerlo despegar como aeropuerto de referencia. De hecho, la IATA ha constatado que la caída global de la demanda de pasajeros ha situado a la industria aeronáutica frente la peor crisis de su historia. Mayor que la que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001 y superior también a la que desató la crisis financiera del año 2008.
La situación es tal que algunas compañías están llamadas a desaparecer. Alitalia corría ese riesgo pero el Gobierno italiano la renacionalizó en una operación que costará al menos 600 millones de euros a un país en plena recesión y con las arcas vacías.
Otras aerolíneas ya han pedido ayuda a los gobiernos para afrontar la interrupción de los viajes debido al coronavirus. Pero Alitalia es relativamente pequeña comparada con Luftahansa, que también tiene plomo en las alas.