Cierres en cadena: la otra pandemia que azota Buenos Aires

Un cartel anuncia el cierre definitivo de un establecimiento comercial en Buenos Aires
Un cartel anuncia el cierre definitivo de un establecimiento comercial en Buenos Aires Derechos de autor AFPTV
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Por Isidro Murga con AFP
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"Prohibido despedir" durante la pandemia... Una medida de protección social impuesta por el Gobierno argentino que ha sentenciado a muerte a buena parte del pequeño comercio de Buenos Aires. A pesar de que no pueden generar ingresos, están obligados a seguir pagando el sueldo a sus empleados...

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"Prohibido despedir" durante la pandemia. Esta medida de protección social impuesta por decreto por el Gobierno argentino el pasado de 1 de abril ha sentenciado a muerte a buena parte del pequeño comercio de la ciudad de Buenos Aires. A pesar de que no pueden generar ingresos o lo hacen de manera muy limitada, los dueños de los alrededor de 110.000 establecimientos que hay en la capital argentina han tenido que seguir pagando el sueldo a sus empleados. Según la Federación de Comercio e Industria de Buenos Aires, prácticamente uno de cada cinco se han dado de baja en los últimos tres meses. Entre los que cierran definitivamente se encuentran locales emblemáticos del centro de la ciudad, como el restaurante Latekla:

"Tomé la decisión de rematar las instalaciones y con el capital que ingresa por la venta de las instalaciones, pagarle al personal y desprenderme de la actividad. Una vez terminado el Coronavirus, la crisis va a continuar, hoy la gente consume, por ejemplo, un 10% de lo que consumía antes, nosotros teníamos delivery y el delivery bajó el 10%, la gente cocina en su casa, ahorra, cuida su dinero porque no sabe lo que le va a deparar el futuro", explica Ricardo Klausner, propietario de Latekla.

No hay nada por lo que brindar en La Tekla. Vasos, copas, botellas, lámparas, amasadoras... todo se liquida en este restaurante que había sorteado con éxito todas las crisis que ha sufrido Argentina desde que comenzó a funcionar hace casi tres décadas.

La misma suerte han corrido muchos de los locales de ocio que han animado la noche porteña desde hace años. El bullicio y las luces de neón han dejado paso a un oscuro silencio en el barrio Palermo Viejo. Santiago Olivera, dueño del Bad Toro Bar desde hace una década, también arroja la toalla:

"Nosotros venimos de dos años en Argentina de un consumo bastante malo. No es que esto nos halla pillado por sorpresa. Venimos arrastrando una situación económica que no era fácil. Tres meses así sin poder facturar fue la gota que rebasó el vaso".

Otros cinco establecimientos han echado el candado definitivamente en la misma calle del Bad Toro Bar. Las facturas de los impuestos y de los servicios siguen llegando como si no hubiera pandemia, pero las cuentas hace mucho que no salen y el futuro es cada vez más oscuro: el número de muertes e infecciones en Argentina sigue en aumento y endurecimiento de confinamientos y restricciones parece inevitable.

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