En una entrevista a Euronews, el politólogo Artyom Shraibman, de Sense Analytics, explica las razones que impiden a la oposición bielorrusa una victoria en las presidenciales de este domingo
El pueblo de Bielorrusia votará en las presidenciales del domingo, donde Lukashenko luchará por su sexto mandato. pero ¿Se escucharán sus voces? Con la ausencia de observadores internacionales para supervisar las elecciones, muchos analistas tienen sus dudas.
En una entrevista a Euronews, Artyom Shraibman apoya su afirmación por la forma en que se organiza el conteo.
"Las comisiones electorales son las que supuestamente cuentan los votos. Estas comisiones están integradas por los leales al régimen. Gente de la policía estatal, profesores, rectores, representantes de las autoridades locales y así sucesivamente...
La votación se produce en medio de un ambiente político tenso. En su discurso a la nación, Lukashenko aseguró que duplicaría los salarios en los próximos cinco años y protegería las pensiones. Sin embargo la economía belarusa está dividida entre un sector estatal altamente protegido y un sector privado más independiente que choca con un entorno no competitivo.
"Las tasas de apoyo al sector estatal están recayendo sobre el sector privado, con impuestos por servicios públicos que son menores para el sector estatal pero más elevados para las empresas privadas, lo que crea este ambiente tóxico que limita bastante el crecimiento de la economía"
Shraibman es escéptico sobre las posibilidades que tiene la oposición (a Lukashenko) de lograr un cambio a través de las urnas - y cree que difícilmente tengan fuerza suficiente para para ganar por otros medios.
"Donde la oposición podría tener una oportunidad, añade Shraibman, es en las protestas callejeras. Quizás sea el único ámbito donde se decida el futuro del sistema. Pero hasta ahora, mientras hablamos, no parece que la oposición, o que el movimiento de protesta tenga suficiente potencial y recursos"
En Bielorrusia están prohibidas las encuentas de opinión y sondeos electorales, pero el descontento ciudadano por la crisis económica y la gestión que Lukashenko ha hecho de la pandemia, va en aumento y podrían pasar factura.