El descontento ciudadano por la crisis económica y por su gestión del coronavirus pueden poner entre las cuerdas la sexta reelección del líder bielorruso, Aleksandr Lukashenko
Bielorrusia, la antigua república soviética que más similitudes guarda con la desapecida URSS, afronta este domingo elecciones presidenciales en una situación inédita desde que el país logró la independencia.
Después de gobernar con mano de hierro durante más de un cuarto de siglo, Aleksandr Lukashenko ha acusado a Rusia, sin mencionar nombres, de haber enviado mercenarios para desestabilizar el país de cara a los próximos comicios.
El descontento ciudadano por la crisis económica y por la gestión del coronavirus ha sabido aprovecharla la oposición, quien en su programa electoral propone celebrar elecciones "libres" en seis meses y liberar a todos los presos políticos.
Elementos en contra
La sensación de hartazgo, el giro de la política de Bielorrusia hacia un mayor acercamiento a Estados Unidos y la degradación creciente que sufren las relaciones entre Minsk y Moscú, juegan en contra de su reelección.
Rotos los acuerdos energéticos y comerciales con Moscú, Minsk está en un momento económico delicado.
Lukashenko lo sabe y en su discurso ha intentado combinar la crítica sobre supuestos complots con la mano tendida al aliado con el que ahora los vínculos están bastante tensos.
Este miércoles el presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, pidió en conversación telefónica a su colega bielorruso, la extradición de los 33 supuestos mercenarios rusos detenidos la semana pasada.
Según Minsk, los supuestos mercenarios tendrían la misión de desestabilizar la situación en el país de cara las elecciones presidenciales del domingo, lo que ha sido negado rotundamente por el Kremlin.
Varios expertos aseguran, que el revuelo de los mercernarios ha servido a Lukashenko, que busca su sexto mandato consecutivo, para reforzar las medidas de seguridad y limitar actos electorales de sus opositores.
A estas presidenciales no acudirá nadie de la Organizacón para la Seguridad y la Coperación en Europa. Este organismo no ha reconocido como justa y libre ninguna de las elecciones en la antigua república soviética desde 1995 l