Las protestas tras la muerte de un hombre de manos de las fuerzas de seguridad han desatado una oleada de protestas en las que han muerto otras trece personas.
PUBLICIDADDisculpas y suspensión de agentes. Esas han sido las consecuencias de la presión sobre el Gobierno de Colombia tras días días de protestas por la muerte de un hombre a manos de la policía. El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, ha pedido perdón y cinco policías han sido apartados del cuerpo.
Yuri Camargo, una estudiante que perdió un ojo el año pasado por una bala de goma, asegura que las fuerzas de seguridad "no están bien entrenadas" y que sus armas, que en teoría no son letales, acaban siéndolo.
Las protestas tras el fallecimiento de Javier Ordóñez se han saldado con la vida de otras trece personas y con ataques contra al menos sesenta instalaciones policiales. Incluso la jefatura de policía, poco dada a retratarse, ha mostrado su arrepentimiento. Las reacciones también han llegado del exterior del país. El representante de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha exhortado al Gobierno a que lleve a cabo una investigación. Y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha condenado los abuso y la violencia policial en el país.