La jueza Amy Coney Barret esquiva polémicas ante el Senado de EEUU
La jueza ultraconservadora Amy Coney Barret ha escurrido el bulto de sus opiniones personales sobre temas como el aborto, el control de las armas o la atención médica. En su segundo día de audiencias ante el Comité del Senado que decide sobre su idoneidad para ocupar un asiento en la Corte Suprema estadounidense, Barret ha afirmado:
"Los jueces no pueden levantarse un día y decir 'tengo una agenda. Me gustan las armas. Odio las armas. Me gusta el aborto. Odio el aborto' y entrar como una reina e imponer su voluntad al mundo. Hay que esperar a que los casos y controversias, que es el lenguaje de la Constitución, se abran paso a través de un juicio."
También esquivó responder qué hará si es elegida y Donald Trump pierde las elecciones presidenciales y recurre el resultado. O lo que es lo mismo, no se pronunció sobre si se recusará en ese supuesto.
"Espero que todos los miembros del comité confíen más en mi integridad que en pensar que me dejaría utilizar como un peón para decidir esta elección por el pueblo estadounidense", respondió.
Los demócratas critican las prisas de los republicanos para que Barrett ocupe un asiento en la Corte Suprema antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Si pasa las audiencias, se da por hecho que el pleno del Senado, dominado por los conservadores, apoyará a la candidata de Donald Trump. La ultracatólica Barret ocupará así un puesto de por vida en la más alta instancia judicial del país, donde habrá seis jueces conservadores frente a tres progresistas, un desequilibrio que puede durar décadas y marcar las políticas de numerosas administraciones.