El incidente que dejó a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sin silla la semana pasada amenaza con convertirse en una crisis interna.
Las consecuencias del Sofagate, el incidente con los sillones de la semana pasada en Ankara, siguen aumentando. Lo que empezó como un incidente diplomático, amenaza con convertirse en una crisis interna en toda regla. El martes por la tarde, tanto la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, como el presidente del Consejo, Charles Michel, deberán dar explicaciones a los líderes de los grupos políticos de la Eurocámara sobre lo sucedido durante su encuentro con el presidente turco.
"No hay duda de que esta es una gran victoria diplomática para Erdogan. No creo que haya sido 100% deliberado, pero ciertamente un descuido en algunos de los juegos de poder entre la Comisión y el Consejo han hecho que esto pasase. Y muestra como de débil es la Unión Europea en el plano internacional y probablemente parezca mucho más débil de lo que es. Creo que la Unión Europea es más fuerte de lo que parece. Pero de alguna manera, esto ha sido una trampa. Y esto una vez más perjudica, solo unas semanas después del desastre en Moscú y muestra que la UE no está lista para jugar y ejercer la autonomía que reclama y que trata de crear", ha asegurado el profesor de Derecho de la UE en HEC Paris, Alberto Alemanno.
Durante un encuentro con Erdogan, la presidenta de la Comisión vio como tanto el presidente turco como Michel ocupaban sillas iguales mientras ella se veía relegada a un sofá lateral.
Por el momento una petición que pide la dimisión de Michel ha alcanzado las 7.000 firmas. La petición, organizada por varios grupos de mujeres, acusa a Charles Michel de tener una "actitud irreflexiva que es" perjudicial para todos los ciudadanos de la Unión Europea "y que muestra una imagen" débil "de Europa.