¿Cómo funcionan las cumbres europeas?

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Derechos de autor Francois Lenoir/AP
Por Joanna Gill
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Debates y compromisos: estos acostumbran a ser los titulares cuando se celebran las cumbres europeas en Bruselas. Pero ¿cómo funcionan las cumbres europeas, qué se decide y por qué duran tanto?

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Hay todo un ritual cuando los líderes europeos se reúnen en Bruselas. Tengan éxito o acaben en desacuerdo, tienden a adquirir un estatus legendario y dejar su huella en la historia del bloque.

Pero, ¿por qué los líderes de la UE celebran cumbres y cómo funcionan?

¿Qué son las cumbres europeas?

Las cumnbres europeas son las reuniones del Consejo Europeo. El Consejo Europeo es el grupo de líderes que dirigen los países que son miembros de la UE. No se trata de la misma institución que el Consejo de la Unión Europea, que reúne a los ministros nacionales y se ocupa de cuestiones legislativas y políticas.

Los 27 jefes de estado y de gobierno se reúnen al menos cuatro veces al año, una cada trimestre, para marcar el rumbo de la política de la UE. No negocian ni adoptan leyes, sino que establecen la agenda política.

La persona que preside las cumbres es, desde 2009, el presidente del Consejo Europeo. En 2021, el cargo está en manos del ex primer ministro belga Charles Michel. Antes de cada encuentro envía una carta de invitación formal exponiendo los problemas urgentes del bloque.

A continuación, el presidente dirige las negociaciones para adoptar unas "conclusiones". Esta es la declaración final acordada por los 27 líderes.

En realidad, la mayor parte del trabajo preliminar necesario para una cumbre europea lo hacen funcionarios y diplomáticos semanas antes de que los protagonistas lleguen a Bruselas. De hecho, los borradores de conclusiones a menudo se filtran antes de la cumbre.

¿Cuál es la función de las cumbres europeas?

En la década de 1950, cuando los líderes de la UE querían discutir asuntos importantes para la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), no había un calendario de reuniones claro y los encuentros eran improvisados.

La idea de contar con un club de líderes europeos para hablar de asuntos de interés de de manera regular nació gracias al ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing en 1974. Al año siguiente, los líderes de los Veintisiete comenzaron a reunirse tres veces al año.

Se trata de una forma de articular un liderazgo colectivo. Ni el tamaño ni el número de habitantes de los Estados miembros son relevantes, cada país cuenta con un solo voto.

Hoy en día, los líderes de la UE se reúnen de forma ordinaria al menos dos veces cada seis meses y el presidente del Consejo puede convocar cumbres extraordinarias sobre un temas especialmente urgentes.

Ha habido cumbres extraordinarias para llegar a acuerdos sobre cuestiones que interesan a todos los Estados miembros. Como por ejemplo, durante la crisis griega del euro, para decidir la nueva relación con el Reino Unido tras el Brexit o para hacer frente a las consecuencias de la pandemia y acordar un fondo de recuperación.

¿Por qué las cumbres europeas son tan largas?

Las cumbres de la UE tienen la fama de comenzar a la hora del almuerzo y extenderse hasta bien entrada la madrugada. Y es que lograr un acuerdo entre los 27 líderes no siempre es fácil.

"Creo que la historia europea está llena de desacuerdos, negociaciones y, al final, compromisos", dijo el primer ministro griego Alexis Tsipras en 2015 mientras avanzaban las conversaciones sobre la crisis de la deuda griega. Al final fue un compromiso griego el que puso fin al espectro del Grexit, pero llegó con dolorosas medidas de austeridad.

Algunas decisiones requieren solo de consenso o de una votación por mayoría cualificada, pero otras requieren un acuerdo unánime. Esto significa que solo un país puede vetar las conclusiones de los otros 26.

En 2020, Polonia y Hungría amenazaron con vetar el presupuesto de 1,8 billones de euros del bloque por sus discrepancias sobre un mecanismo que condicionaría la recepción de los fondos europeos al respeto de los valores europeos fundamentales.

Afortunadamente, se consiguió cerrar acuerdo de última hora con Varsovia y Budapest, evitando una posible crisis.

Sin embargo, en 2011, cuando Gran Bretaña todavía era miembro del club, el entonces gobierno de David Cameron ejerció su derecho de veto para provocar un cambio en un tratado de la Unión Europea.

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Los 27 Estados miembros restantes finalmente siguieron adelante sin los británicos, y el primer ministro Cameron dijo que el acuerdo no interesaba al Reino Unido.

La cumbre más larga

Otras cumbres son especialmente famosas por su duración.

En julio de 2020, tuvó lugar una larguisima reunión en Bruselas que duró más de 80 horas entre el viernes por la noche y la madrugada del martes. Las negociaciones se centraron en el mismo presupuesto y fondo de recuperación del coronavirus que los húngaros y polacos intentaron bloquear meses más tarde.

La crisis de la deuda griega acaparó los titulares de las cumbres europeas durante años y en 2015 se celebró otra tensa cumbre europea en medio del fantasma del Grexit.

“Aún no hemos llegado al punto en el que pueda decir que tenemos un acuerdo, pero trabajaré hasta el último minuto, hasta el último segundo, hasta el último milisegundo, para evitar que el europroyecto fracase”, dijo el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en junio de 2015.

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En julio de ese año, se había celebrado un referéndum en Grecia en el que se rechazaban los términos del rescate. Una semana más tarde, tras 17 horas de negociaciones en Bruselas, el primer ministro griego Alexis Tsipras cedió antes los recortes y dolorosas medidas de austeridad.

Pero el premio a la cumbre más larga se lo lleva la celebrada en Niza en diciembre del año 2000, donde los líderes de la UE hablaron durante 90 horas. De allí salió elTratado de Niza, un intento de reformar las instituciones de la UE para permitir la expansión hacia el este que se produciría en 2004.

El choque por los fondos

También ha habido algunos momentos de tensión entre los líderes y, por lo general, siempre son cuando se habla de dinero.

En 1979, cuando la UE todavía era la Comunidad Europea (CE), la primera ministra conservadora del Reino Unido, Margaret Thatcher, mantuvó un intenso debate con el resto de líderes al reclamar la conocida como compensación británica, que impedia que el Reino Unido contribuyese más de lo que recibía al presupuesto europeo.

Sus palabras concretas fueron "quiero que me devuelvan mi dinero". No sería la última vez que la Dama de Hierro se enfrentaría a sus homólogos europeos, ls disputa se extendió cinco años y terminó con una victoria de Thatcher.

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Aunque cambien los personajes, las batallas por los fondos siguen presentes. Una situación que se repitió mientras los Veintisiete negociaban el fondo de recuperación para la pandemia, donde el respeto al Estado de Derecho se convirtió en un punto de fricción importante. Los países autoproclamados como Frugales (Austria, Suecia, Dinamarca y Países Bajos) pidieron que no se mutualizara la deuda y que se evitara un aumento del presupuesto europeo a largo plazo.

Cuando los líderes finalmente llegaron a un acuerdo después de cuatro días de conversaciones, el presidente francés, Emmanuel Macron, elogió el pacto como un "día histórico para Europa".

La entonces canciller alemana, Angela Merkel, apuntó que los "eventos extraordinarios" requerían de "nuevos métodos extraordinarios", mientras que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, comparó el paquete de recuperación con el Plan Marshall europeo .

Sin embargo, Hungría y Polonia seguían descontentos con los términos del acuerdo, y finalmente llevaron a la justicia europea la legalidad de vincular los fondos de la UE a los valores europeos.

"La señal de un compromiso europeo es exitoso es que a nadie le encanta", aseguró Rebecca Christie, investigadora del think tank Bruegel de Bruselas sobre el acuerdo en julio de 2020.

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Al hablar de cumbres europeas, los titulares se centran en las batallas que hay entre los líderes y en quienes han sido los ganadores y quienes los perdedores. Pero al final lo que está en juego es siempre el compromiso.

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