Los más viejos de Provolni, el pueblo natal del último presidente de la Unión Soviética, recuerdan muy bien al político fallecido. Fue un niño alegre, muy inteligente, que siempre los ayudó", aseguran. La casa de sus padres se encuentra abandonada.
Los paisanos de Privolni, el pueblo natal de Mijaíl Gorbachov, en la región de Stavropol, al sudoeste de Rusia, recuerdan muy bien al último presidente de la Unión Soviética, fallecido el pasado martes a los 91 años.
Su compañera de clase
Sobre todo los más ancianos del lugar, como Maria Ignatova, que aún se acuerda de una mención de honor que le concedieron por su sobresaliente trabajo en la cosecha.
"Fue en noveno grado. En una ceremonia en el colegio le dieron la mención. Era alegre, inteligente, muy leído, activo, participaba activamente en nuestra escuela y en espectáculos artísticos. También fue secretario de Komsomol, la organización juvenil del Partido Comunista".
Sobresaliente en casi todo
El joven Gorbachov sacaba excelentes notas, menos en clase de alemán y, como cuenta el responsable administrativo de Privolni Serguéi Bujtoyarov, siempre que pudo les echó una mano.
"Ayudaba mucho al pueblo cuando se le pedía. El jefe de la localidad antes que yo también se dirigía a él y el anterior a él también. Construimos una iglesia. Él ayudó, tuvimos problemas con las cúpulas. La iglesia está cerca de aquí".
Los restos de sus padres yacen en el cementerio del pueblo. Su casa se encuentra totalmente abandonada en la actualidad.
Enterrado junto a su esposa
El Premio Nobel de la Paz 1990, responsable de las reformas que ayudaron al fin de la Guerra Fría y a la desaparición de la Unión Soviética, fue enterrado este sábado junto a su esposa Raísa en el cementerio de Novodévichi de Moscú, al igual que otros dirigentes soviéticos como Nikita Jrushov o Boris Yeltsin.
El presidente ruso Vladímir Putin prefirió no celebrar un funeral de Estado en su honor.