Carlos Páez, superviviente: "Nuestra historia es una historia de lucha contra el 'no'. El gran mérito de esta historia después que al 'no' le dijimos que 'sí'".
El 13 de octubre de 1972 ocurrió la tragedia. El avión en el que iba Carlos Páez, junto con otras 44 personas se estrelló en una de las zonas más inhóspitas e inaccesibles de la Cordillera de los Andes. 10 días después, sin a penas recursos y sumergidos en un frío extremo, los 16 supervivientes fueron rescatados. 50 años después, este relato sigue siendo conmovedor y sus protagonistas lo recuerdan como una prueba de superación:
"En realidad nuestra historia es una historia de lucha contra el 'no'. El gran mérito de esta historia después que al 'no' le dijimos que 'sí' gracias a un grupo porque muchas veces a uno se le caía el ánimo y otro te levantaba y así sucesivamente", cuenta Páez.
La escasez de alimentos en un entorno sin vegetación o vida animal, les obligó a recurrir a alimentarse de la carne de los fallecidos. Los supervivientes afirman que no sienten ningún tormento por ello, porque son conscientes de que no había otra opción.
Roy Horley, otro superviviente, explica: "¿La posibilidad cuál era? Morirte o usar lo único que teníamos. Quisimos comer suela (de zapatos), quisimos comer cigarrillos, quisimos comer pasta de dientes, entendés, no había alternativa".
El milagro de los Andes es un rescate que maravilló al mundo entero y, que sin duda, es un todo un hito de supervivencia.