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Ganadores y perdedores de la era Erdogan en Turquía

Un mitin electoral de campaña en Estambul, Turquía, el domingo 7 de mayo de 2023.
Un mitin electoral de campaña en Estambul, Turquía, el domingo 7 de mayo de 2023. Derechos de autor Khalil Hamra/Copyright 2023 The AP. All rights reserved
Derechos de autor Khalil Hamra/Copyright 2023 The AP. All rights reserved
Por Euronews & AFP
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Algunos sectores de la sociedad turca se han beneficiado de las décadas de gobierno de Erdogan, otros no.

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El presidente Recep Tayyip Erdogan y su partido AKP han dominado la política turca durante dos décadas. Pero esto podría estar a punto de cambiar. Erdogan se enfrenta a su reto más difícil hasta la fecha en las elecciones del 14 de mayo. Mientras los turcos acuden a las urnas, he aquí algunos sectores de la sociedad que han ganado -y perdido- bajo su mandato.

Los ganadores

Los religiosos

Erdogan goza de gran popularidad entre los votantes conservadores y religiosos, tras haber alejado al país de sus cimientos laicos y haberlo orientado hacia una dirección más islamista.

La Dirección de Asuntos Religiosos (Diyanet) se ha convertido en una poderosa fuerza social bajo el mandato de Erdogan, él mismo musulmán devoto. La Diyanet tiene su propio canal de televisión, que influye en el debate político, y un presupuesto comparable al de un ministerio de tamaño medio.

El alcance de sus competencias ha convertido a la Diyanet en objetivo de los opositores laicos del Presidente, que denuncian el aumento del número de mezquitas, las clases de Corán y la influencia de las cofradías religiosas.

Sector inmobiliario y construcción

Bajo el mandato de Erdogan, el sector inmobiliario y la construcción se han expandido por toda Turquía, estimulando el crecimiento de las infraestructuras.Algunos grupos y contratistas cercanos al Gobierno han obtenido lucrativos contratos públicos.

En diciembre, Timothy Ash, experto en mercados emergentes de BlueBay Asset Management, declaró a Euronews que son "grandes financiadores" de su partido, el AKP. Afirmó que los tipos de interés se habían mantenido artificialmente bajos para beneficiar a este sector, alimentando la calamidad económica en Turquía.

Este frenesí constructor ha remodelado el país, proporcionando nuevos hogares a millones de personas y cambiando radicalmente el perfil de ciudades como Estambul.

Coincide con el apetito de Erdogan por los "proyectos locos", ambiciosas megainversiones de miles de millones de dólares, como el Canal de Estambul, concebido para hacer el país más atractivo para los turistas.

Mujeres conservadoras

Erdogan ha defendido los derechos de los musulmanes conservadores tras décadas de régimen resueltamente laico.

A las mujeres piadosas se les ha permitido gradualmente llevar pañuelo en las universidades, la administración pública, la policía y el parlamento, donde antes estaba prohibido de facto.

El Presidente turco lo hizo personal porque a sus dos hijas, cubiertas como su madre, "no se les había permitido llevar el pañuelo" en la universidad.

Sin embargo, las mujeres más liberales y feministas se han quejado de un entorno cada vez más hostil bajo el mandato de Erdogan, acusándole de recortar sus derechos y tomar medidas enérgicas contra los grupos políticos femeninos.

Ante la indignación suscitada, Erdogan retiró al país en 2021 del Convenio de Estambul, un tratado histórico para prevenir la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. Turquía es el primer -y único- país que se ha retirado de él.

Los perdedores

Los medios de comunicación

El panorama mediático turco, que antaño se presentaba como un ejemplo de pluralismo, se ha vuelto cada vez más restringido bajo el mandato de Erdogan. Los observadores estiman que el 90% de los medios de comunicación turcos están ahora controlados por el gobierno o sus partidarios.

El presidente ha fomentado la adquisición de periódicos y cadenas de televisión por empresarios próximos al gobierno, a los que ha concedido préstamos públicos.

Al mismo tiempo, comenzó una represión de las voces críticas, que se reforzó aún más tras el fallido golpe de Estado de 2016. Según la asociación turca P24, sesenta y cuatro periodistas están actualmente en prisión.

Los militares

El ejército turco, profundamente laico y acostumbrado a los golpes de Estado, ha perdido gradualmente su influencia en la escena política. El proceso de disminución de la influencia del ejército se aceleró tras un intento de golpe de Estado en 2016, atribuido entonces a un predicador musulmán exiliado en Estados Unidos.

**El presidente Erdogan tomó represalias con purgas que enviaron a miles de soldados a prisión, con cientos de ellos condenados a cadena perpetua.**Los altos rangos del ejército han sido diezmados, mermando las capacidades de la principal fuerza en el flanco oriental de la OTAN. Las fuerzas aéreas, en particular, han perdido a muchos de sus pilotos y oficiales.

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El ejército estuvo notoriamente ausente de los esfuerzos de rescate tras el devastador terremoto de febrero que mató a 50.000 personas, entre acusaciones de que Erdogan no estaba dispuesto a darles un papel público.

Los neutrales

Los kurdos

Reprimidos por gobiernos laicos como la mayoría de las minorías de Turquía, los kurdos ayudaron a Erdogan a salir elegido y le apoyaron en sus primeros días.

En los primeros años de su presidencia, Erdogan abogó por la paz, ya que el grupo militante kurdo libraba una sangrienta lucha por la independencia desde la década de 1980.

El jefe de Estado, una vez elegido, trató de promover los derechos culturales y lingüísticos de los kurdos, entablando negociaciones para poner fin a la lucha armada y concediéndoles mayor autonomía en el sureste.

Tras el fracaso de las negociaciones y el estallido de la violencia en 2015-2016, la comunidad kurda se vio sometida a un creciente escrutinio. Decenas de líderes kurdos han sido encarcelados o destituidos de cargos electos. El principal partido prokurdo, el HDP, se enfrenta a una prohibición por cargos de "terrorismo", con su presidente encarcelado.

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La clase media

Turquía experimentó un auge económico durante la primera década de Erdogan en el poder, engendrando una nueva clase media. Pero desde 2013, la economía ha ido de crisis en crisis.

Según el Banco Mundial, el producto interior bruto actual de Turquía -una medida de la riqueza de un país- ha retrocedido al nivel de los primeros cinco años de Erdogan en el poder.

Con una inflación oficial de más del 85% el año pasado, los ahorros de millones de hogares se han esfumado. Muchas familias luchan por llegar a fin de mes.

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