Tanto rusos como ucranianos temen que a medida que pasen los días y baje el nivel del agua vaya aumentando el número de fallecidos.
PUBLICIDADCuatro muertos, trece desaparecidos, más de 2400 evacuados y un solo culpable: el Kremlin.
Ese es el balance provisional hecho por Ucrania de la rotura, el pasado martes, de la presa hidroeléctrica de Nueva Kajovka. Las labores de rescate continúan en Jersón y Nikolaiev, donde decenas de localidades se encuentran bajo el agua.
El Instituto de Guerra afirma que los datos sísmicos confirman que sí hubo una explosión justo antes de la rotura de la presa. Kiev, por su parte, ha hecho pública la grabación de una supuesta conversación entre militares rusos que confirmaría su autoría.
Moscú también ha hecho públicos sus datos sobre lo ocurrido: la cifra oficial para Rusia es de ocho muertos, si bien muchos voluntarios de los rescates hablan de decenas.
Y es que tanto rusos como ucranianos tienen claro que a medida que pasen los días y vaya bajando el nivel del agua, vaya subiendo el número de víctimas mortales.
La guerra, mientras tanto, continúa, dentro y fuera de las zonas inundadas, y también fuera de las fronteras de Ucrania. Este viernes, un dron alcanzaba un edificio residencial de la ciudad rusa de Vorónezh, a unos 300 kilómetros de la frontera, dejando al menos tres personas heridas.