El palacio presidencial francés presentó este fin de semana un nuevo Gobierno, esperado durante semanas, dominado por conservadores y centristas en medio de la fuerte división política.
El pueblo francés ha alido a las calles para expresar su malestar y frustración por el reciente nombramiento del nuevo Gobierno francés. Algunos se muestran escépticos sobre la implicación del presidente Emmanuel Macron en el proceso y la elección del primer ministro, el antiguo negociador del Brexit Michel Barnier.
Las críticas también giran en torno al predominio en el nuevo Gobierno de políticos de centro-derecha tras unas elecciones ganadas por el centro-izquierda. Otros se muestran cautos y afirman que es demasiado pronto para juzgar la labor del nuevo Gobierno.
En una entrevista televisada, Barnier abordó diversas preocupaciones de los franceses, como la reforma de las pensiones y la fiscalidad.
Subrayó la importancia de la cohesión y la fraternidad en el seno de su Gobierno, comprometiéndose a asumir compromisos destinados a favorecer el progreso del país.
"Dicen que censuramos a la izquierda. Lo lamento mucho porque hace tiempo que pienso que el sectarismo o la intolerancia son una prueba de debilidad. Así que no voy a ser el primer sectario", dijo.
"No habrá ideología, ni sectarismo, sólo medidas prácticas como las que están tomando todos nuestros vecinos, y vamos a intentar tomarlas también en buenos términos con ellos", explicó el político.