Desde Andalucía hasta el este de China, dos productos alimenticios antiguos revelan cómo la tradición, la geografía y la regulación dan forma al patrimonio alimentario mundial.
En el sur de España, la producción de aceite de oliva sigue siendo fundamental para las economías rurales, combinando conocimientos centenarios con un procesamiento moderno y exportaciones globales.
En la provincia china de Zhejiang, el jamón Jinhua sigue una artesanía igualmente precisa, refinada durante más de mil años y protegida por una denominación de origen.
Aunque separados por la geografía, ambos productos dependen de estrictos controles de cosecha, curado y calidad para preservar el sabor y la autenticidad. Juntos, el aceite de oliva y el jamón de Jinhua ilustran cómo el patrimonio cultural, la experiencia local y los mercados modernos se cruzan para mantener la relevancia de los alimentos tradicionales en un mundo globalizado.