Suburbios franceses: 30 años de tensiones

Suburbios franceses: 30 años de tensiones
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Por Euronews
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“Esta es la historia de una sociedad que se derrumba y en su caída se repite si cesar para sentirse tranquila, todo va bien por ahora, todo va bien… Lo importante no es la caída sino el aterrizaje.”

La película “El odio” de Mathieu Kassovitz se estrenó en 1995 y es una cinta emblemática sobre el malestar en los suburbios de Francia. 30 años después de los primeros disturbios en los extraradios, los problemas siguen siendo los mismos. Un cóctel único en Europa de desempleo, fracaso escolar, guetos y discriminación, con los subsiguientes rencores y el desarrollo de una economía sumergida, la subida del Islam radical, la frustración, la rabia y la violencia.

Los acontecimientos de 2005 podrían haber marcado un giro, sin embargo nada o casi nada ha cambiado. ¿Porqué?

Benoît Hamon, ministro delegado de la Economía social y solidaria asegura que : “Con los años se han cristalizado dificultades particulares tras años de abandono de las políticas públicas.“

Y por su lado el historiador Pap Ndiaye señala que :“Lo característico de esas políticas públicas es su discontinuidad en el tiempo y la escasez de sus efectos.”

Mientras que Mohamed Mechmache, presidente de la asociación AClefeu habla de una política de parches:

“Creo que no ha habido una verdadera voluntad para cambiar la situación, se siguen poniendo parches, pero ya no hay sitio para tanto parche. Y hay que afrontar realmente los problemas.”

“Podemos hacer muchas cosas a nivel local, pero todo será en vano si el Estado no cumple su misión, se queja Michèle Picard, alcaldesa de Venissieux. Es como poner una tirita en una pata de palo.”

La renovación urbana suele disimular la pobreza. Como un escaparate que esconde los problemas, pero que no los soluciona. Aquí en la localidad deprimida de Clichy-sous-Bois surgió la insurrección popular del otoño de 2005. Por el momento nada ha cambiado, sin embargo las casas y las mentalidades se degradan.

“En estas torres no hay calefacción, pero no desde hace 15 días, sino desde hace tres años. No funciona el ascensor. Hay un 40% de desempleo entre los menores de 25 años, junto a un rechazo casi sistemático a hablarnos. No hay confianza ni en los medios, ni en Fracia. Sólo un sentimiento de abandono.“

Durante años, cientos de reportages que transmiten una imagen negativa de los suburbios, han propiciado la desconfianza sistemática a las cámaras, que en general no son bienvenidas…

“Mejor no hablar. No merece la pena. Estamos bien. Vivimos como perros pero estamos bien.“

“No van a encontrar nada, sólo van a conseguir que les tiren piedras. De verdad, váyanse a grabar a otra parte. Aquí no hay nada que filmar.”

“¿No tienen otra cosa que hacer? En serio, aquí no hay nada, sólo cafeterías y tiendas cerradas.”

“No es que no me fíe. Ustedes parecen buena gente, pero así eran los demás. Vinieron con sonrisas, frases bonitas y conversaciones; pero luego vienen los problemas.”

“Déjales, no hables con ellos.”

Lejos de las miradas, Abdel acepta hablar con nosotros. Ha nacido y crecido en Clichy. Se dedica a la infografía, es autodidacta. Según él, el malestar de su generación y de las precedentes se explica con la Historia de Francia.

“Es como si Francia fuera mi padre y yo fuera un hijo ilegítimo que no quiere reconocer. La gente está harta. Nuestros padres pagan impuestos como todo el mundo, sin embargo se les da de lado, como si no hicieran falta. Antes sí se les necesitaba para reconstruir Francia tras la 2ª Guerra Mundial, pero hoy, ya no hacen falta y se les dice: fuera, ya no os queremos.“

P: Y tú Abdel, ¿te sientes francés?

R: ¿Yo? ¡No!

P: ¿Porqué?

R: Porque no.

P: Entonces ¿qué eres?

R: Soy uno de la periferia.

P: ¿En serio?

R: En serio. Vivo en Francia, mi cultura es la cultura francesa, pero veo que cuando tengo problemas y necesito ayuda, Francia no me echa una mano.”

Es fácil constatar que el malestar es más intenso entre la población surgida tras la descolonización. Hay una especie de rencor histórico difícil de aceptar, que se alimenta del racismo, el aislamiento y los estereotipos. En la imaginación colectiva, un joven de los suburbios suele ser árabe o de color, inculto y poco respetuoso.

“En resumen: suburbios = jóvenes =capuchas = desorden. Pero uno puede ponerse una capuchar sin que necesariamente vaya a robarle el bolso a la viejita del barrio! Siempre se presentan los suburbios como un sitio poco recomendable para vivir, donde la gente no es feliz, donde no hay trabajo, y predomina el fracaso escolar. ¡Pero los suburbios no son eso! No quiere decir que no haya problemas, pero si dejáramos de considerar la “banlieue” como un concentrado de problemas, eso podría contribuir a que cada cual se sintiera mejor, asegura Benoît Hamon.“

“Siempre se habla de los suburbios cuando las cosas van mal, y no cuando van bien”. Michèle Picard, resume así: “Cuando las cifras son buenas, a nivel de delincuencia, no se dice nada, sin embargo siempre se está en el candelero cuando hay problemas. No creo que haya que esconder bajo la alfombra el tráfico de drogas y demás, pero nuestros barrios no se resumen sólo a eso.”

La joven Hapsatou Sy creció en los suburbios junto a sus ocho hermanos. Hoy, esta empresaria con éxito lucha también a su manera contra los estereotipos:

“Estoy harta de que señalen con el dedo a esa gente como si fueran peores. Creo que el día en que se deje de decir, mira es una empresaria que creció en los suburbios, o bien, una mujer negra y empresaria, entonces, habremos dado un gran paso.“

Romper los tópicos, es la especialidad de Hapsatou Sy. Los obstáculos han sido para ella una baza a jugar. A los 24 años esta joven de orígen mauritano-senegalés, , abrió su primer salón de belleza. Hoy tiene diecisiete peluquerías. Un ejemplo de empresaria que desde muy joven rechazó el determinismo.

“Pienso que alguien que procede de un ámbito muy pobre, modesto y difícil, es quizá una persona herida de por vida, pero que sin embargo es consciente de ciertas cosas que otras personas que han nacido en sábanas de seda, no conocen. Yo tenía conciencia porque veía a mi padre que se iba a trabajar todos los días a las 6h de la mañana para ganar el sueldo mínimo con una dignidad impresionante y sin quejarse nunca. Eso me ha servido a mí para hacer mis cosas.“

El ejemplo de Hapsatou Sy, puede inspirar a otros. Pero, ¿como sacar a los jóvenes de ese círculo vicioso? ¿Cómo hacer que el fracaso escolar no resulte una fatalidad que conduce a la delincuencia y al dinero fácil del tráfico de drogas? ¿Cómo evitar que la exclusión y la precariedad alimenten a veces un repliegue hacia el islamismo radical?

7.42 sot Michèle Picard

“La prioridad es el tríptico: educación, formación, y empleo. Esa es la prioridad”, sostiene Michèle Picard.

Y a estas tres prioridades, Mohamed Mechmache añade el alojamiento:

“No quiero decir que haya una prioridad mayor. Creo que es un conjunto. El alojamiento, el trabajo, el colegio. Esa es la prioridad. hay que partir de la base: desde la primaria, hay que trabajar con los jóvenes, y acompañarles para que respeten los códigos de la educación nacional. A los 11 o 12 años es la edad en la que todo puede cambiar. Tenemos que ganar terreno a quienes se benefician de la economía sumergida.”

En el Ministerio de Benoit Hamon, ciertas medidas conciernen directamente a los jóvenes de los suburbios, como el currículum antidiscriminatorio.

“En este ministerio, hace tres semanas, se ha acordado una convention con un establecimiento que se llama Mosaico Recursos Humanos y que se dedica a conseguir trabajo a jóvenes de la periferia. El objetivo es lograr 5000 puestos para jóvenes licenciados, nuestra gestión trata de afirmar que es inadmisible que haya tal discriminación hacia jóvenes con aptitudes. Creo que en los suburbios hay tanto jóvenes competentes como en cualquier otro sitio. Lo que es insoportable es que no se contrata a los jóvenes del extraradio. Y al final esa discriminación produce desesperanza y a veces violencia.”

Lo que es seguro es que en 30 años, ni la izquierda, ni la derecha ha puesto fin a las dificultades de los suburbios en Francia, ni al desencanto de los jóvenes que nacen allí.

Abdel no quiere hablarnos de sus sueños, según él ha dejado de soñar. “No sirve para nada.”

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