El análisis de las cajas negras será largo. Lo han confirmado este martes los investigadores que estudian las posibles causas del siniestro aéreo que
El análisis de las cajas negras será largo. Lo han confirmado este martes los investigadores que estudian las posibles causas del siniestro aéreo que el pasado sábado sufrió un avión ruso en la península del Sinaí. Los análisis preliminares de las grabaciones registradas en la cabina de pilotaje no muestran nada extraño hasta poco antes de que el avión desapareciera de los radares. Pero 23 minutos después del despegue se escuchan varios ruidos que los expertos no saben identificar.
Tanto Rusia como Egipto consideran que el grupo Estado Islámico no cuenta con el armamento necesario para derribar un avión en pleno vuelo a más de 1.000 metros de altura, aunque hay quien se pregunta si los yihadistas no pudieron detonar una bomba desde el interior del aparato. Un satélite estadounidense habría captado una explosión de calor en el momento en el que el Airbus se desintegró. Y la aerolínea sostiene que el avión estaba en perfectas condiciones.
Entre tanto, sigue el proceso de identificación de las víctimas. En la madrugada del martes llegó otro avión al aeropuerto de Púlkovo con fragmentos de cuerpos. Además de las pruebas de ADN, los forenses buscan señales en los restos mortales que pudieran aportar alguna pista para esclarecer lo ocurrido.