El Ejército filipino, fuertemente armado y equipado con helicópteros y blindados, trata aún de acabar con los yihadistas que han sembrado el terror y el caos en la ciudad de Marawi, en la sureña región de Mindanao. Según la agencia AFP, se siguen oyendo ráfagas de armas automáticas en la localidad, en la que los combatientes del Grupo Maute, bajo la bandera del Daesh, se han hecho fuertes y mantienen secuestrados a un sacerdote y varios feligreses católicos.
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha prometido que aplicará con dureza la Ley Marcial, que ha decretado para la región de Mindanao, pero amenaza con extender a todo el país. Entretanto miles de familias de Marawi han huido o han sido evacuados a otras localidades próximas.
El martes, un centenar de yihadistas desembarcaron en la ciudad de unos 200.000 habitantes. Prendieron fuego a un colegio, una cárcel y una iglesia. También tomaron el ayuntamiento y un hospital, hasta que el Ejército logró revertir la situación. Cinco soldados, un policía y al menos 13 miembros del grupo Maute murieron en los combates. La ciudad permanece tomada por las Fuerzas Armadas, que han establecido nuerosos puetos de control.