Saad Hariri parece que ha vuelto dispuesto a plantar batalla política en El Líbano. Tras dos semanas de polémica ausencia, Hariri fue recibido el miércoles en Beirut en loor de multitud. El primer ministro libanés decidió dejar en suspenso su dimisión, a petición del presidente Aoun, y en un discurso ante miles de sus seguidores, muchos de ellos llegados desde otras regiones, prometió que no volverá a irse y defenderá la nación.
“Me quedaré con vosotros para que defendamos juntos el Líbano, su estabilidad y su carácter árabe”, aseguró.
Sus partidarios esperan que el regreso de Hariri reduzca la crispación y aplaque la tensión creciente entre las diferentes comunidades del país. “Él aporta unidad, une a la gente, a cristianos y musulmanes. Es una buena persona y hará que El Líbano sea mejor”, afirma un joven. “Queremos a Saad. No queremos que se vaya. Es nuestro líder suní. Si se va, el Líbano caminará hacia el desastre”, comenta otro.
Hariri dimitió hace dos semanas desde Riad con la sospecha de que lo hacía presionado por Arabia Saudí. En el Líbano, el anuncio provocó una profunda crisis política. El país se vio de nuevo zarandeado por las dos grandes potencias regionales, Arabia Saudí que apoya a Hariri e Irán, que apoya a Hezbollah. Ahora su regreso, gracias a la mediación de Francia, genera tantas dudas como esperanzas.