Las protestas se suceden tanto en Macedonia como en Grecia. Los nacionalistas de ambos lados de la frontera se oponen al acuerdo por el que la exrepública yugoslava acepta cambiar de nombre a cambio de que Atenas levante su veto para que el país vecino entre en la OTAN y la UE.
Saltan chispas en Macedonia tras el acuerdo histórico con Grecia para rebautizar el país. El nacionalismo macedonio está en pie de guerra. En Skopie, el domingo por la noche, las fuerzas del orden tuvieron que dispersar con gases lacrimógenos a los manifestantes congregados ante el Parlamento.
La oposición macedonia considera el acuerdo con Grecia como "la mayor capitulación" de su historia. De hecho, Jristijan Mickoski, líder del principal partido opositor, ha dicho que "aunque le cueste la vida" no aceptará esa capitulación y no respaldará la enmienda constitucional para cambiar el nombre del país.
Los nacionalistas griegos también se oponen con uñas y dientes al acuerdo, con el que se pretenden poner fin a un largo conflicto diplomático.
Ese conflicto comenzó en 1991, cuando la antigua república yugoslava se independizó y se puso el nombre de Macedonia, el mismo que tiene una provincia griega fronteriza. Algo inaceptable para Atenas, que se negó a reconocer el nuevo estado.
El acuerdo, firmado el domingo los primeros ministros griegos y macedonio, supone que el país cambiará su nombre por el de República de Macedonia del Norte. A cambio, Atenas levantará su veto para que pueda entrar en la Unión Europea y la OTAN.
Skopie espera tener en junio una fecha para iniciar las negociaciones de adhesión a la Unión Europea y recibir en julio una invitación para entrar en la OTAN. El problema es que, antes de llegar a ese punto, el pacto tendrá que ser aprobado por el Parlamento macedonio con una mayoría de dos tercios y, después, ser aprobado en referéndum.