La crisis del Aqarius ha acabado de abrir la caja de los truenos en Europa. La división entre Bruselas y los países enemigos de la migración clandestina es cada vez mayor. La minicumbre de este domingo intentará aunar posturas. ¿Pero será eso posible?
La cuestión migratoria divide cada vez más a los dirigentes europeos ante la minicumbre de urgencia convocada para este domingo por el presidente de la Co misión Jean Claude Juncker.
Entre los partidarios de la línea dura, el grupo de Visegrado, formado por Hungría, Polonia, Eslovaquia y la República Checa, a los que se han unido el ultraconservador canciller austríaco o el xenófobo nuevo viceprimer ministro italiano.
Sebastian Kurz, canciller de Austria:
"Nos concentraremos enérgicamente en el tema de la seguridad durante nuestra presidencia", ha asegurado Sebastian Kurz. Queremos crear una Unión Europea que proteja. Esto por un lado significa mayor atención a políticas de seguridad y defensa, con un proyecto para nuestra lucha contra la inmigración ilegal".
Aumentan las voces que advierten sobre la fractura irreparable que visiones tan dispares pueden provocar en el seno de la Unión si no se llega a un plan común.
Un acuerdo que intentan impulsar Francia y Alemania. Los países de Visegrado ya han anunciado que boicoteará el encuentro del domingo, convocado para aunar posturas de cara a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la semana próxima.
Dimitris Avramopoulos, comisario europeo de Migración:
"Las medidas unilaterales en inmigración no son la respuesta. No solo no funcionarían, sino que además dañarían todo lo que la Unión Europea ha construido durante los últimos sesenta años", ha advertido el comisario europeo de Migración.
Hungría se ha convertido en el buque insignia europeo del rechazo a la inmigración clandestina. Este miércoles, su parlamento adoptó una serie de leyes que criminalizan la ayuda a los solicitantes de asilo.
Un auténtico desafío a Bruselas, que se ha apresurado a anunciar que estudiará si son compatibles con las normas comunitarias.