Tras la cumbre comunitaria, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, declara que los barcos de las ONG deben actuar de acuerdo a la ley
El símbolo del fracaso europeo ante la inmigración vuelve a la mar. Tras una parada en Marsella, el Aquarius, que fue aceptado en España con 629 inmigrantes a bordo tras ser rechazado por Italia, zarpa hacia las costas libias, principal punto de partida, a continuar su tarea. Lo hará con una directriz de Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo: "Hemos enviado un mensaje claro a todos los buques, incluidos los de las ONG que operan en el Mediterráneo, en el sentido de que deben respetar la ley y no deben obstaculizar el funcionamiento de la guardia costera libia".
En el acuerdo de mínimos de la cumbre prepondera la decisión de los estados frente a la solución comunitaria. Cada país podrá crear de forma voluntaria centros para separar a los refugiados con derecho a permanecer en Europa frente a los migrantes económicos. La reubicación en el seno de los 28 será también voluntaria. Además de la propuesta de aumentar en quinientos millones de euros las ayudas a África, el Consejo propuso a largo plazo la posiblidad de ubicar plataformas de desembarco en terceros países.
Según Euroestat, cuyos próximos datos en torno a la inmigración se esperan para agosto, a uno de enero de 2016. el número de personas que vivían en la UE y procedían de cualquier otro país era de 35,1 millones, es decir, un 6,8% del total. El número inmigrantes que entraron de forma irregular en Europa en 2017 fue de 204.300.