Decenas de miles de agentes movilizados, avenidas cortadas, servicios suspendidos. La cumbre del G20 ha convertido Buenos Aires en una ciudad sitiada. Las autoridades aseguran que no permitirán ningún estallido violento. Mientras, los activistas están dispuestos a hacer oír su voz.
Buenos Aires se ha convertido en una ciudad sitiada, con las principales avenidas cercanas al lugar de la cumbre cortadas y gran parte de los servicios suspendidos. Más de 22.000 agentes federales han sido movilizados, más todos los efectivos que traen consigo los líderes.
"_Nos estamos yendo ya -_comenta un joven universitario- porque ya sabemos que todo el mundo va a querer irse a la casa o a cualquier otro lugar, menos Buenos Aires, porque se va a poner muy fiero y va a estar, como nos dijeron las noticias, clausurada la ciudad".
Las autoridades argentinas, criticadas por su incapacidad para evitar los choques alrededor de la final de la Copa Libertadores entre el River y el Boca, aseguran que no tolerarán ningún tipo de violencia, teniendo en cuenta que el año pasado, la cumbre del G20 en Hamburgo estuvo marcada por los enfrentamientos.
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"La cultura (de las autoridades) es una cultura del miedo -denuncia un activista alemán- Reprimen los movimientos sociales y piensan que la ciudad se convertirá en un problema, pero la mayoría son manifestantes pacíficos unidos para mostrar su descontento con el capitalismo y con la cumbre del G20".
Para este sábado se ha convocado en Buenos Aires una gran manifestación. Más allá del G20, podría ser toda la cólera de los argentinos, con la moral minada por una larga crisis económica, la que podría salir a la calle.