El final del carbón: un futuro imposible en Polonia

El final del carbón: un futuro imposible en Polonia
Por Valérie Gauriat
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El final del carbón, que aporta el 80% de la electricidad del país, es un horizonte lejano en Polonia. Además de la construcción de nuevas plantas mineras en el norte del país, muchos yacimientos pretenden crecer en la región Silesia

Ubicado en el valle Liberec, en la República Checa, se encuentra el pintoresco pueblo de Vitkov. Con sus cerca de cien habitantes, la vida allí parece más que pacífica. Pero hace un ya un tiempo que la tensión prevalece en la zona.

Marie Pilarová es la directora de la guardería de la localidad. La profesora lamenta la bajada del nivel del agua de un pequeño riachuelo que recorre la ciudad, debido a la actividad minera colindante: "Antes había cerca de un metro de agua aquí, pero el último año en nivel ha bajado mucho y este riachuelo está casi seco"

Todos los dedos señalan al calentamiento global, pero también a la mina polaca de Turów , al otro lado de la frontera. Los vecinos de Vitkov temen que el aumento de su consumo de agua amenaza a las aguas subterráneas de la región. Como aquí, en la guardería, tienen que excavar cada vez más profundo para encontrar agua potable. Pero el problema no es solo tener que buscar agua, sino poder hacerlo. "El problema es que no todo el mundo puede pagar un nuevo pozo, y si la gente no tiene agua, se irá, y la zona se morirá", explica Karel Rehak, un vecino de de Vitkov.

Nos dirigimos a Bogatynia, en el este de Polonia, la ciudad adyacente a la mina de Turów, y a su planta térmica. La ciudad debe su prosperidad al carbón. Pero eso tiene un precio…La planta de Turów está entre las cinco que más CO2 emiten y además es una de las más contaminantes de Europa.

  • Vivir entre carbón

Tenemos una cita con uno de los vecinos del barrio colindante a la mina. Como muchos en Bogatynia, trabaja en el sector energético, y prefiere mantener su anonimato. "La extracción y quema de carbón causa muchos problemas de salud, especialmente el polvo y las pequeñas partículas que nos asfixian. Normalmente se exceden los estándares. Lo notamos en la boca, en los ojos, en la nariz, no vemos en todos lados", explica.

"Aquí están cargando y almacenando el carbón, es justo al lado de nuestro barrio", cuenta mientras enseña fotos tomadas en cargas y descargas: "Y así es como se queda la nieve en invierno".

En la terraza, una capa de polvo negro cubre todos los muebles de jardín. Nuestro anfitrión explica cuándo fue la última vez que limpiaron: "Así es como se queda, un día después de haberla limpiado".

El Tribunal Europeo de Justicia ha condenado a Polonia por la mala calidad de su aire. Además del uso industrial, el carbón se usa para cocinar y calentar en un 40% de los hogares. Katowice es la capital de Silesia y la sede de la cumbre mundial sobre el clima

El activista Patryk Bialas tiene claro por qué el carbón es un problema en Polonia: "De las cincuenta ciudades más contaminadas en Europa, 33 se encuentran en Polonia. El carbón es una de las razones del calentamiento global,por eso hay que reducirlo paulatinamente".

  • Tradición minera y puestos de trabajo

Un reto para Silesia, también llamada el reino del carbón. Donde la industria genera 85.000 puestos de trabajo directos y cerca de 4 veces más en puestos indirectos. La mina de carbón de Piast, no muy lejos de Katowice, es la más grande de Europa. Nos dejan pasar, a pocos días de la reunión de las naciones unidas sobre el cambio climático.

Exterior de la mina de Piast.Euronews

Es el final de un día de trabajo. Los mineros invierten siete horas en los túneles, a 500 y 600 metros de profundidad.

Radoslaw es uno de los 3500 hombres que trabajan allí. Tiene 29 años, y lleva 9 en la mina. Considera que el trabajo es duro y peligroso, pero asegura que no puede pensar en hacer otra cosa: "He visto esta mina desde la ventana toda la vida. Mi padre era minero, mis abuelos trabajaban en la mina. Es una tradición transmitida de generación en generación. A veces me siento como una chatarra, me duele la columna vertebral, las rodillas y las piernas. Pero es la naturaleza del trabajo. Es difícil de explicar cómo, pero algo me atrae, y sigo trabajando en esta mina".

Fuera de la mina, Radoslaw comparte otras pasiones con su amigo del barrio Dominik, que lanzó una empresa de comunicación llamada "Creative mine". Juntos empezaron un proyecto dedicado a los deportes de invierno y de montaña: "Si tengo que invertir mi tiempo trabajando en oscuros túneles, mi recompensa es emplear mi tiempo libre en espacios abiertos, en la montaña o las cimas".

Además, es fotógrafo, y durante años ha inmortalizado la realidad de los mineros: "Siento que es mi deber, porque vivo aquí y trabajo en esta mina, mantener esta tradición minera para mostrarla y apoyarla, para que no sea olvidada". La lucha contra el calentamiento global es también su problema, dicen. Pero no puede hacerse en detrimento de la comunidad en la que se criaron.

El fundador de "Creative mine" considera una incoherencia culpar a los mineros del problema del calentamiento global: "Esa asimilación simplista de quienes arriesgan sus vidas para extraer carbón, al calentamiento global, desde mi punto de vista es racismo social, es inaceptable", explica Dominik Laciak, fundador de "Creative mine". "Creo que debemos cambiar nuestra energía reduciendo el carbón a largo plazo, pero tiene que hacerse en un proceso bien planeado", concluye.

  • Casas en peligro

El final del Carbón, que aporta el 80% de la electricidad del país, es un horizonte lejano en Polonia. Además de la construcción de nuevas plantas mineras en el norte del país, muchos yacimientos pretenden crecer en Silesia. Los nuevos planes de extensión de la mina de Piast, bajo la ciudad de Imielin, preocupa a los vecinos.

El ex presidente Ciudadanos detrás del carbón, Tomasz, quiere mostrarnos los daños ya causados por la mina existente en otro pueblo cercano: "Debido al hundimiento del terreno, los edificios se inclinan, las casas se agrietan y en algunos casos incluso tuvieron que ser demolidas".

"Aquí ha habido una actividad minera intensa durante 30 años, arreglan los edificios, y los vuelven a dañar, los arreglan, y lo dañan otra vez, y así constantemente", cuenta Tomasz. "Además - cuenta señalando un conjunto de árboles muertos sobre agua empantanada- "¿ves esa agua estancada? Se acumula allí y la mina no la saca. Este bosque deja de vivir porque está bajo el agua".

A la entrada de Imielin, la vía de tren choca con un hundimiento del terreno

Nos encontramos con Alicja allí. Es profesora, y también quiere salvar su ciudad: "Para mí esta vía es el símbolo de una parte de lo que nuestra ciudad es ahor. Es bonita y limpia, por un lado, y nos muestra lo que nos puede ocurrir, por el otro, como derrumbamiento de casas o tanques de agua".

Alicja teme ver la ciudad despoblada a largo plazo. El día termina en su casa de Imielin, donde Bartosz y Anna nos esperan. Su barrio está lejos del perímetro de la mina. Pensaron que estaba a salvo. Se equivocaban. Nos enseñan su casa: "Hay grandes grietas, el marco de la puerta se ha caído. Y aquí abajo, hay otra grieta. Y este muro está totalmente partido".

No tienen que hacer mucha memoria para recordar cuándo empezaron los temblores: "Recuerdo el primer temblor como si fuera ayer. Sería la tercera o cuarta noche en esta casa. Cuando la casa tembló, salté sobre la cama y después no pude dormir por la mañana".

Anna describe la escena, que parece un verdadero terremoto. "Si, fue el 20 de octubre, de grado tres en la escala Richter. Los objetos en los armarios fueron volteados, los armarios se abrieron, los cajones se salieron, tuvimos que sujetar el televisor para que no se cayera". Temen que más sacudidas de este tipo puedan acabar con su casa: "La estructura de nuestra casa no tiene refuerzo, estamos seguros de que si empieza una extracción aquí debajo, a 180 metros, como han dicho, nuestras casas desaparecerán"

La intervención de la Unión Europea es la única esperanza para Tomasz: "Cuento con la ayuda de la Unión Europea, cuyas políticas sobre el clima reducirán la extracción de carbón".

  • El fin del carbón: un futuro complicado

La reducción de carbono defendida por la Comisión Europea para 2050 es impensable a los ojos de las autoridades polacas y de la industria minera. Una transición demasiado rápida sería fatal, dice el jefe regional del sindicato de solidaridad de Silesia, para quien la economía verde no puede compensar las pérdidas de empleo relacionadas con la industria del carbón.

El presidente de la junta regional, Dominik Kolorz, afirma que la sustitución de empleos en energías sostenibles no mantiene a los trabajadores del carbón: "25 años antes, cuando la reestructuración del proceso empezó, perdimos miles de puestos de trabajo y solo cientos fueron creados a cambio. Si la aceleración del abandono del carbón continúa como espera la UE, no lo soportaríamos económica ni socialmente".

Además, asegura que abandonar la producción de carbón en Europa no hará que se dejen de consumir productos con huella de carbono: "Y, de todas formas, vamos a continuar comprando productos con huella de carbono, que vendrán de países que no se preocupan por el cambio climático ni por las emisiones, como China, India, Estados Unidos...En la UE perderemos competitividad".

Todavía son visibles las huellas de la profunda reestructuración del sector del carbón en Polonia. Si bien parte de la cuenca minera ha tenido éxito en su transición económica, algunas regiones todavía tienen problemas. En la baja Silesia, in el sudeste el país, la región de Walbrzych le debe su prosperidad al carbón. Consideradas no rentables, todas las minas se cerraron dejando a decenas de miles de personas sin trabajo. Muchos de ellos nunca han aceptado lo que consideran, sobre todo, una decisión política injustificada.

Como este ex minero, a quien nos cruzamos en la calle: "Mire esa colina, allí arriba, al lado de la mina, una un monto de carbón, ¡hay muchísimo! ¡A quién puede molestarle! Y a los que piensan de otra manera...Bueno...Ya sabe...” Roman perdió su trabajo de minero hace cerca de veinte años. Después de no encontrar trabajo en Polonia y Europa, empezó a trabajar en los llamados hoyos de pobreza.

Un ex minero recoge carbón de una aceraEuronews
  • Minas ilegales

Las minas ilegales excavadas manualmente en las afueras de las ciudades eran, durante la crisis, el sustento de más de 3000 personas, que desenterraban y vendían carbón de contrabando. Una actividad que ha disminuído en los últimos años. Ahora Roman vive de trabajos esporádicos. Pero sigue viniendo aquí de vez en cuando, para llegar a fin de mes: "Es el oro negro de Walbrzych)". Dentro de un agujero en el suelo, el antiguo minero explica la dificultad del trabajo: "Puede derrumbarse sobre mi cabeza, la tierra podría aplastarme, pero nosotros consolidamos los pozos para que sea seguro, podemos entrar, salir, rezar a Dios, y todo va bien".

La fosa tiene sólo unos 2 metros de profundidad, pero Roman asegura que pueden excavar hasta 15 metros. "Siempre que haya carbón habrá pozos de pobreza. Las autoridades vendrán y los cerrarán, pero la gente los abrirá otra vez. Porque el carbón es, era, y será necesario", explica convencido.

Pero Roman no venderá hoy su carbón, se lo da a uno de sus vecinos, también un antiguo minero. Un accidente lo sumió en la miseria, hace unos diez años. “¡Consigo el carbón de los hoyos de pobreza, y es Roman quien me lo trae. Mi amigo, es el mejor!" explica Zbigniew sentado en su silla de ruedas.

El gas y la electricidad están cortados. Con una ayuda de 140 euros al mes, Zbigniew no puede pagar las facturas: "No tengo frío porque puedo calentarme. Si no pudiera quemar algo… ¡Dios mío!"

Nos dirigimos a la ciudad de Nowa Ruda, a unos cuarenta kilómetros. Nos han invitado a una reunión exclusiva, organizada cada año el día de santa Bárbara, patrona de los mineros. Nos encontramos a Roman, con un vestido tradicional de minero. Por nada del mundo se perdería este evento: "Las minas han estado cerradas muchos años, pero estamos aquí para celebrar la antigua tradición minera, compartir cerveza, cantar canciones de mineros... Así nuestros corazones, aunque solo sea por unos minutos, pueden sentir el ritmo de los días en los que todos teníamos trabajo".

Editor de vídeo • William Vadon

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