La actual crisis franco-italiana lleva meses fraguándose. Antes de la reunión de di Maio con los chalecos amarillos, Salvini reprochaba a París, entre otras cosas, hipocresía respecto a la inmigración, refugiar a terroristas y enorpecer la libre circulación de trabajadores italianos.
PUBLICIDADEl embajador francés en Roma Christian Masset ya se encuentra en París. Fue llamado a consultas en protesta por la reunión entre el viceprimer ministro italiano Luigi di Maio y representantes de los chalecos amarillos galos, que Francia calificó de inaceptable.
El ministro del Interior Matteo Salvini ha asegurado querer calmar los ánimos reuniéndose con el presidente Emmanuel Macron, al que había criticado en numerosas ocasiones.
"En Francia quince terroristas igalianos han estado bebiendo champán durante décadas cuando deberían estar en la cárcel en Italia. Por lo que si el Gobierno francés nos devuelve lo que es nuestro estamos preparados para recibirlos.Los dos últimos años en la frontera franco-italiana el Gobierno francés, el que nos ha estado dando lecciones de generosidad y hospitalidad, ha rechazado a más de sesenta mil migrantes, mujeres y niños incluidos, abandonando a algunos de ellos en el bosque por la noche. En mi opinión, este no es el comportamiento propio de un país civilizado. Y en tercer lugar, la gendarmería controla los trenes que transportan trabajadores italianos a diario de Italia a Francia haciéndoles perder horas y horas de trabajo".
Por su parte, Di Maio, que ha tildado a Francia de neocolonialista, asegura que Macron critica a su país por cuestiones electorales.
Precisamente el primer ministro Giuseppe Comte fue captado el mes pasado en Davos comentándole a la canciller alemana Angela Merkel que di Maio atacaba Francia porque estaba bajando en las encuestas y necesitaba un enemigo.