La milonga de los confinados en Buenos Aires

En tiempos del coronavirus, para bailar un tango no hacen falta dos. También se puede hacer en solitario o en multitud gracias a la magia de internet.
En Argentina, donde el tango es tan sagrado como el fútbol, hay quien mata el gusanillo y de paso aprende o mejora su técnica tomando clases por internet, guiados por las sabias enseñanzas de la profesora María Plazaola. Eso sí, el diablo está en los detalles y hay que prestar mucha atención:
"Más allá de si técnicamente funciona perfecta la conexión, si funciona perfecto el sonido con la música, el retraso de la imagen y todo eso, realmente me di cuenta de que lo que la gente necesita y lo que todos necesitamos es volver a encontrarnos", explica María Plazaola.
Y en Buenos Aires no hay nada más castizo que volver, se tenga o no la frente marchita, al salón de tangos para bailar la milonga:
"Igual bailar en casa no se compara con ir a la milonga. La magia de llegar a la milonga, encontrarte con tus amigos milongueros, escuchar la música en el salón, pisar la pista, estar en expectativa qué milonguero está, con quién bailaré esta noche", explica Carolina Antonín, que toma clases de tango.
Dicen en algunos barrios de Buenos Aires que donde hay un salón-comedor hay una pista de baile, y que el tiempo del confinamiento pasa más deprisa para las parejas que aman el tango y tienen los pies en el suelo. Vaya usted a saber si es una milonga.