EL SALVADOR | La proeza de un guía turístico llamado Alisandro Ramos

Por muy cuesta arriba que se le pusiera la vida, Alisandro Ramos nunca se dio por vencido. La polio le dejó inválido siendo niño, pero la desgracia no le impidió levantarse y llevar una vida normal. Por eso, cuando el confinamiento debido a la pandemia hundió su pequeño negocio de venta de marisco, este salvadoreño de 41 años no dudó en reinventarse para sobrevivir: se ofreció como guía para los turistas que quisieran subir al cerro Quezalapa, en el sureste del país. Sus vecinos le llamaron loco, pues es una zona escarpada y resbalizada. A él no le importó, solo tenía que volverse a levantar.
Ayudado por su hijo de 10 años, Alisandro Ramos ha logrado salir adelante y obtener suficiente dinero para pagar las deudas contraídas por la familia cuando su esposa y su hija marcharon a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Avanza con paso lento pero seguro con una mochila a la espalda y aferrado a sus dos muletas...
Las caminatas turísticas pueden durar hasta tres horas y en ellas tiene que sortear todo tipo de obstáculos. Sin embargo, tras el esfuerzo la recompensa es grandiosa: bajo un cielo púrpura, el verde rabioso del paisaje se confunde en el horizonte con el negro de los volcanes y el azul de Océano Pacífico. Un espectáculo a la altura de su proeza.