La COVID-19 ha agravado la situación de las personas sin hogar en Budapest. Las condiciones empeoran con la llegada del invierno.
En Hungría, el toque de queda obliga a todo el mundo a encerrarse en casa a las ocho de la noche, pero ¿qué pasa con quienes no tienen una casa? Hay 15.000 personas sin hogar en Hungría. Un tercio viven en la calle.
István vive en la calle desde hace una década. Ha intento salir de la pobreza en varias ocasiones, sin éxito. Cuenta que en estos tiempos de pandemia los policías son comprensivos con ellos.
"A las ocho en punto un policía me preguntó que a dónde iba. Respondí que me iba a dormir. No podría decir 'me voy a casa', porque saben que no tengo casa. Al final dijeron: '¡Date prisa y buenas noches!'", cuenta István, indigente.
La pandemia ha agravado la situación de las personas sin techo. La gente se ha vuelto más desconfiada y también es más difícil mendigar en las calles vacías.
"La gente solía ser más generosa con las personas sin hogar, pero ahora son desconfiados y están estresados. Ni siquiera hablan con nosotros", explica Csaba, indigente.
Los refugios están llenos, pero no por el toque de queda, sino por la llegada del frío. Unas 3.000 personas acuden cada día al Centro Social Metodológico de Budapest. Según su director, Gergely Zakar, muchos ayudan transportando a pacientes o limpiando. También deben someterse a test de COVID-19.
"La semana pasada hicimos 300 pruebas PCR para los nuevos residentes y para nuestros compañeros", dice Gergely Zakar, director del Centro Social Metodológico de Budapest.
El refugio ha abierto una nueva zona para el invierno, manteniendo la distancia necesaria entre las camas. También se ha intensificado la limpieza.
"Casi todas las personas sin hogar con las que hablamos estuvieron de acuerdo en que no temen ni a la pandemia del coronavirus ni a la policía, sino sobre todo al invierno", explica Zoltán Siposhegyi, Euronews Hungría.