Encallados en las procelosas aguas del Brexit
La Unión Europea y el Reino Unido aún no han solventado sus diferencias sobre los derechos de pesca, y apuran los tiempos para alcanzar un acuerdo que regule sus relaciones comerciales a partir del próximo 1 de enero, cuando se consume definitivamente el Brexit.
El negociador británico, David Friste, y el de la UE, el francés Michel Barnier, siguen entrampados en un asunto de relativo poco calado económico pero de profundas connotaciones políticas: para Londres recuperar el control de sus aguas está cargado de simbolismo, como también lo está al otro lado de la Canal de la Mancha el perder caladeros en los que han faenado históricamente pescadores de países como Francia, Bélgica y Holanda.
El plazo dado por el Parlamento Europeo para que alcance un acuerdo expira este domingo. El miedo a un fracaso explica en gran parte las colas kilométricas de camiones que se forman desde hace días en el puerto británico de Dover.