Las normas de la UE sobre el bienestar de los animales de granja necesitan cambios

En colaboración con The European Commission
Las normas de la UE sobre el bienestar de los animales de granja necesitan cambios
Derechos de autor Gemma Evans via Unsplash
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Por Camille Bello
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La pandemia ha dejado patente la importancia de un sistema alimentario sólido y sostenible y ha puesto de relieve los vínculos entre nuestra salud, los ecosistemas, la cadena de suministro y los patrones de consumo. Y, en particular, en lo referente a los animales de granja.

El debate en torno al enfoque europeo sobre el bienestar de los animales ha alcanzado una nueva dimensión.

La pandemia ha dejado patente la importancia de un sistema alimentario sólido y sostenible y ha puesto de relieve los vínculos entre nuestra salud, los ecosistemas, la cadena de suministro y los patrones de consumo. Y, en particular, en lo referente a los animales de granja.

La COVID-19 y el ‘calentamiento global’ del planeta nos han alertado de la necesidad de un cambio sistemático en el trato a los animales, afirma Inês Ajuda, responsable del programa destinado a los animales de granja, de Eurogroup for Animals.

Las encuestas realizadas en todo el bloque comunitario confirman nuestro interés por el bienestar de esos animales.

"El bienestar de los animales de granja supone una preocupación compartida por los ciudadanos de la Unión Europea y forma parte de nuestra identidad común garantizar que estos tengan una vida digna", afirma Olga Kikou, directora de la organización benéfica Compassion in World Farming.

Pero las normas de bienestar animal no solamente han pasado a un primer plano durante la pandemia, sino que también han sido una cuestión candente durante décadas.

En la Unión Europea, los debates comenzaron en los años 80, lo que llevó a la adopción de una serie de directivas para proteger a los animales de granja. Pero, a menudo, estas directrices son objeto de críticas al considerarse demasiado vagas.

Las directivas y recomendaciones aconsejan sobre cuestiones como el espacio, las dietas equilibradas, el medio ambiente y la limitación de procedimientos dañinos. Pero las leyes sobre el bienestar de los animales varían en toda Europa, y los estados del norte suelen ser más estrictos.

En general, el acervo en materia de bienestar de los animales debe garantizar su buena salud física, su bienestar mental y su capacidad para demostrar un comportamiento natural. Pero las normas actuales pueden ser problemáticas.

"Tal y como están las cosas, es fácil interpretar de forma vaga la directiva general sobre la cría de animales, y esto puede acarrear graves problemas para el bienestar animal", afirma Ajuda.

Algunas empresas no cumplen las indicaciones, pero lo más importante es que, incluso cuando se adhieren, se producen muchas irregularidades porque las leyes han quedado muy desfasadas.

Por ejemplo, "no hay una legislación que exija unas condiciones particulares de espacio para los peces, ni que los transportistas velen por su bienestar".

Ajuda considera que la ciencia ha avanzado considerablemente desde que se establecieron las normas, por lo que, el "acervo en materia de bienestar animal necesita una revisión seria y amplia".

La oportunidad de cambiar parece estar en marcha

El Pacto Verde Europeo ha llegado a establecer iniciativas políticas fundamentales para que Europa sea climáticamente neutra en 2050. Un sistema alimentario de la UE más saludable y sostenible es una piedra angular de este acuerdo, y para lograrlo se ha diseñado un programa especial: la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’.

La iniciativa ha fijado un objetivo ambicioso para la industria agrícola europea, de la que, la ganadería, se considera parte integrante.

Se ha demostrado que unas buenas normas de bienestar animal contribuyen a reducir la dependencia de una excesiva medicación veterinaria, que es también uno de los objetivos clave de la Estrategia "De la Granja a la Mesa".

El uso extensivo de antibióticos es preocupante por el potencial desarrollo de resistencia, por parte de las bacterias, a estos antibióticos, que podría comprometer la salud animal y humana.

Cuando un animal sufre estrés por estar, por ejemplo, en una jaula, como una cerda destinada a la cría, que no puede interactuar adecuadamente con sus lechones porque no puede darse la vuelta o llegar hasta ellos, "suele producirse un impacto en el sistema inmunológico, haciendo a los animales más propensos a las enfermedades. Y, esto se traduce en un consumo mayor de antibióticos", explica Ajuda.

La Estrategia "De la Granja a la Mesa" reclama una revisión de la legislación de la UE sobre bienestar animal, que conlleva muchas promesas de cambiar las normas actuales y garantizar una mejora sustancial del bienestar de los animales de granja.

"La eliminación de las jaulas es, sin duda, uno de los temas más urgentes, que requieren la atención de la UE. Otra cuestión clave que la UE debe abordar es el transporte de animales vivos y su exportación a terceros países", afirma Olga Kikou, responsable de Compassion in World Farming EU.

Elegir conscientemente los productos animales

Es muy difícil para los ciudadanos comunitarios encontrar información sobre los niveles de bienestar animal de los productos animales que compran. Existen algunas etiquetas con declaraciones de bienestar animal, pero "algunas son más eficaces y transparentes que otras", declara Ajuda.

"Tenemos el ‘marcado’ obligatorio en la cáscara, para los huevos frescos, que es sin duda un paso en la dirección correcta, pero hay que hacer más", añade.

El consumidor de la UE carece de un modelo que le permita identificar las etiquetas y llevar a cabo una elección consciente, como cuando decide comprar productos ecológicos.

La etiqueta debe ser obligatoria, considera Ajuda, y debe ser para todos los productos animales. También debe imponerse a los productos importados.

Esto último es importante porque garantiza que las normas de bienestar animal de la UE no se vean socavadas por "lagunas que no tienen ningún sentido", afirma Kikou. Pero, también, porque unas normas más estrictas deberían proteger a los ganaderos de la UE de la competencia desleal, como las importaciones extracomunitarias de carne producida con normas menos estrictas.

El etiquetado también puede servir de incentivo para los agricultores, pescadores y productores, que son cruciales en la aplicación del Pacto Verde Europeo y en la misión de mejorar el bienestar animal.

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