División y 'vientos de cambio' en el seno de la Iglesia católica alemana

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Por Valérie Gauriat
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En una tranquila zona de la ciudad de Colonia, en Alemania, varias banderas arcoíris, con los colores de la comunidad LGTB, ondean orgullosas frente a la iglesia de San Pancracio. Es una de las cien parroquias que el pasado mes de mayo, bendijeron públicamente a parejas homosexuales en todo el país.

En una tranquila zona de la ciudad de Colonia, en el oeste de Alemania, varias banderas arcoíris, con los colores de la comunidad LGTB, ondean orgullosas frente a la iglesia de San Pancracio. Es una de las cien parroquias que el pasado mes de mayo, bendijeron públicamente a parejas homosexuales en todo el país, durante una jornada con el lema: ‘El amor prevalece’. El responsable de la iglesia recibe al equipo de Euronews, con Karin Hörstmann, cuya unión con su esposa Britta fue bendecida en el templo, el pasado 17 de mayo. Fue una consagración y un reconocimiento, asegura ella.

"Llevo más de 20 años con mi pareja. Celebramos un matrimonio civil el año pasado. Antes, en 2008, cuando registramos nuestra unión civil, recibimos la bendición de un sacerdote católico, que estaba suspendido en ese momento. Pero se hizo en secreto, no fue público. La fe es algo muy importante para mí y para mi esposa. Fue impresionante. Nos emocionó mucho poder dejar atrás este ‘secretismo’. Realmente supuso una gran alegría, un gran paso para alejarnos de 'esa institución eclesiástica' que tanto nos discriminaba; nos rechazaba y se negaba a apoyarnos", declara Karin Hörstmann.

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Usted es el hombre que autorizó esos beneficios en esta iglesia; ¿qué le motiva a hacerlo?, pregunta la periodista Valérie Gauriat.

"Cuando era niño, estaban el padre, la madre y los hijos, eso era una familia. Pero ahora es muy diferente. Tenemos dos padres, dos madres, familias mixtas, padres solteros... Y, para el pastor, el sacerdote, la bendición... están en el corazón de la vida, en el corazón de la gente. Debemos estar atentos y percibir con una mente abierta lo que está sucediendo, percibir cómo vive la gente. Debemos aprender cómo es la vida actual y vivir con la gente", afirma Wolfgang Fey, sumo sacerdote de la iglesia de San Pancracio de Colonia.

A contracorriente de la doctrina vaticana, las bendiciones de las uniones homosexuales representan, solamente, una de las expresiones de un movimiento reformista que multiplica sus golpes, en un contexto de crisis y profundo cuestionamiento para la Iglesia católica alemana; sacudida por varios escándalos de pederastia.

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El cardenal Woelki, arzobispo de Colonia, ha sido objeto de fuertes críticas por retrasar la publicación de un informe de 800 páginas sobre los abusos sexuales a menores cometidos por miembros de su diócesis, la mayor y más rica del país.

El caso no ha hecho más que aumentar la indignación de los católicos alemanes hacia sus autoridades eclesiásticas. Ahora, el proceso se encuentra en el Tribunal Administrativo de Colonia.

Cada día, decenas de personas acuden a una oficina de la ciudad de Colonia para darse de baja de la Iglesia católica.

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"Aquí está la ‘cosecha’ de 2020... Y, en las estanterías, allí, están las solicitudes desde enero de 2021", indica a la reportera Maurits Steinebach, portavoz del Tribunal de Distrito de Colonia.

El descontento con la Iglesia es tan grande que el servidor de registro de solicitudes para abandonarla, que posee la oficina de la Administración Judicial del Estado, se ha llegado a saturar.

La demanda para abandonar la Iglesia Católica es tan alta, que el servidor de registro en la administración judicial del Estado dedicado se rompió una vez.

"Esto nos llevó a aumentar el número de citas que ofrecemos. De las 600 citas mensuales iniciales, hemos pasado a 1 800 citas al mes", añade Maurits Steinebach.

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Los alemanes que practican una religión están obligados a pagar un impuesto para financiar las instituciones religiosas a las que están afiliados, y están registrados por las autoridades fiscales.

Decepcionados por la jerarquía de la Iglesia, y en creciente desacuerdo con la doctrina del Vaticano, cada vez más católicos alemanes abandonan la institución, a la que no quieren apoyar ni financiar. El último escándalo en el que se ha visto envuelto el arzobispo de Colonia no ha hecho más que aumentar el número de bajas.

"Ya no es aceptable para mí. La iglesia ya no recibirá ningún apoyo ni dinero por mi parte", explica la ciudadana alemana Christina Fischer.

Doris sirvió en la Iglesia Católica durante mucho tiempo. Dejó la institución hace un año. Pero sigue trabajando en la comunidad cristiana, en el seno de un movimiento llamado 'María 2.0', que aboga por una profunda reforma de las instituciones religiosas.

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"Las peticiones de María 2.0 son, esencialmente, abordar las causas de la violencia sexual, dejar de permitir que los autores de abusos ocupen cargos en la Iglesia, y dar acceso a las mujeres a todas las funciones de la Iglesia y cambiar el celibato obligatorio, para que cada uno pueda elegir. Además, hay que cambiar la moral sexual que ya no se adapta a la sociedad, excluye a las personas y resulta, simplemente, inhumana", asegura Doris Bauer, cofundadora de la organización María 2.0.

Son ideas que enfrentan a conservadores y reformistas dentro del clero alemán. Están en el centro de un amplio debate iniciado en 2019 por la Conferencia Episcopal y el Comité Central de los Católicos Alemanes, para reformar la institución. Denominado ‘camino sinodal’, está previsto que se presenten sus conclusiones en 2022.

Se trata de un diálogo en el que participa Marianne. Lleva años trabajando para la Iglesia. Todos los meses viene a predicar a esta residencia de ancianos de Colonia. Las mujeres solamente pueden hacerlo si los sacramentos han sido administrados previamente por un sacerdote. Un sinsentido y una injusticia, aseguran muchos de quienes residen en el centro.

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"El ser humano es, tanto hombre, como mujer. Así es como Dios lo creó, a su imagen y semejanza. No me parece bien que se prohíba a una parte de la humanidad difundir su palabra", señala Mathias Hofmann, ciudadano que vive en una residencia de ancianos.

El pasado mes de mayo, Marianne participó en una jornada de predicación organizada por mujeres, en una docena de iglesias de Alemania, para reivindicar su derecho a pronunciar oficialmente la homilía; derecho que está reservado a los sacerdotes.

"En la Edad Media, la Iglesia Católica hizo posible que las niñas aprendieran a escribir, que tuvieran una educación. Hoy, debe permitir que las mujeres tengan los mismos derechos en su institución para que las mujeres de todo el mundo puedan tener los mismos derechos, deberes, las mismas responsabilidades... Y, así, cambiar la faz del mundo", declara Marianne Arndt, funcionaria comunitaria y predicadora.

El viento del cambio sopla en la jerarquía de la Iglesia católica alemana. La diócesis de Essen, que forma parte de la provincia eclesiástica de Colonia, es una de las que hacen campaña para reformar las estructuras y la doctrina de la institución.

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Si nada cambia, la desafección de los fieles, y la caída de las vocaciones en el clero, serán irreversibles, subraya la ‘mano derecha’ del obispo de la diócesis.

"Hay una enorme tensión e insatisfacción en el seno de la Iglesia católica. El asunto va más allá de los escándalos de abusos sexuales. Está la cuestión de la igualdad de derechos para las mujeres. Y, también, la cuestión de cómo afrontar el hecho de que cada vez tenemos menos sacerdotes. Y, para las parejas del mismo sexo, o los homosexuales, a quienes se les dice, abiertamente, que su forma de vida es un pecado, esto resulta hiriente e insultante. Necesitamos cambios. Nuestra iglesia corre el peligro de desmoronarse si no conseguimos integrar las distintas corrientes y mantener unidos los diferentes puntos de vista. Por eso luchamos tanto por el cambio, por la reforma y por una mayor pluralidad en la Iglesia, por una mayor apertura. Y, también, para evitar que cada vez más gente nos abandone", concluye Klaus Pfeffer, vicario general de la diócesis de Essen.

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