En agosto de 2020 miles de personas salieron a la calle en el país exigiendo unas elecciones libres. Alexander Taraikovsky, de 34 años, se convirtió entonces en la primera víctima mortal de aquellas protestas
Se cumple un año del inicio de las manifestaciones en Bielorrusia. En agosto de 2020 miles de personas salieron a la calle en el país exigiendo unas elecciones libres. Alexander Taraikovsky, de 34 años, se convirtió entonces en la primera víctima mortal de aquellas protestas. Su mujer, Yelena German, teme por el futuro de sus hijos en el país: "No puedo ver el futuro de mis hijos aquí (en Bielorrusia). No quiero que se les enseñe con propaganda en la escuela, en el jardín de infancia. Quiero que crezcan como personas libres".
Aunque la policía aseguró que Taraikovsky murió al explotarle un artilugio cuando intentaba lanzarlo, su mujer duda de esa versión.
La líder de la oposición en el exilio, Svetlana Tijanóvskaya, cree que se subestimó la crueldad del régimen: "Nuestro principal error fue que subestimamos la crueldad del régimen. No estábamos preparados para estas torturas, para esta violencia. Y estábamos seguros, no seguros, pero creíamos quizás que, si había cientos de miles de personas en las calles, el régimen al menos escucharía a la gente".
Lejos de sentarse a dialogar, el llamado último dictador de Europa, Alexander Lukashenko, aumentó la represión contra las revueltas. "Resultamos ser más fuertes que las llamadas tecnologías de la revolución de los colores. Ellos entendieron que, en ciertas condiciones, por ejemplo en Bielorrusia, su plan no funcionaría, deberían cambiarlo", clamaba Lukashenko en una comparecencia pública.
Con parte de la oposición en el exilio y sanciones económicas al régimen de Lukashenko por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, un año después de las revueltas el país sigue sin unas elecciones libres y democráticas.