El nuevo Ejecutivo de centro-derecha, que gobernará en minoría y está obligado a tejer alianzas parlamentarias, tendrá que hacer frente a los intentos del partido ultraderechista Chega de condicionar la legislatura.
El nuevo Gobierno minoritario de centro-derecha de Portugal tomó posesión el martes, días después de que su primera prueba en el Parlamento expusiera tanto los obstáculos como las oportunidades que enfrenta, tras el repentino aumento del apoyo a un partido populista de extrema derecha en las recientes elecciones generales.
Solo uno de los 17 ministros que juraron el cargo en una ceremonia en Lisboa tiene experiencia gubernamental previa. Tampoco había formado parte de ningún Gobierno el nuevo primer ministro, Luís Montenegro, que prometió un gabinete compuesto por especialistas ajenos a los círculos políticos habituales.
Algunos miembros clave del Gabinete han pasado tiempo en Bruselas y están familiarizados con los pasillos del poder en la Unión Europea. Entre ellos se incluyen el ministro de Asuntos Exteriores, Paulo Rangel, y el ministro de Defensa, Nuno Melo, que fueron legisladores europeos desde 2009.
Portugal, un país de 10,3 millones de habitantes, recibirá más de 22.000 millones de euros de la UE hasta 2026 para impulsar el crecimiento y permitir reformas económicas.
Se espera que el ministro de Finanzas, Joaquim Miranda Sarmento, profesor universitario de Lisboa, desempeñe un papel destacado mientras la nueva administración busca controlar el gasto público. Sarmento quiere políticas fiscales que ayuden a impulsar la inversión y el ahorro.
Comienza una legislatura marcada por nuevas circunstancias políticas
Una alianza liderada por el conservador Partido Socialdemócrata logró una estrecha victoria en las elecciones del mes pasado, capturando 80 escaños en la Asamblea Nacional de 230 escaños, el Parlamento de Portugal.
El Partido Socialista, de centroizquierda, que durante décadas se ha alternado en el poder con el Partido Socialdemócrata, obtuvo 78 escaños.
Un nuevo ingrediente se está sumando a la imprevisibilidad política en torno a las perspectivas del Gobierno minoritario: el partido de extrema derecha Chega (Basta) obtuvo 50 escaños, frente a solo 12 en las elecciones de 2022, con la promesa de perturbar lo que llama la política habitual del 'establishment'.
En consecuencia, la elección del presidente del Parlamento la semana pasada planteó un problema y una soluciónsin precedentes.
El partido Chega cumplió su promesa de alterar la tradicional forma de hacer las cosas, interponiéndose en el camino del candidato del Gobierno entrante para la presidencia de la cámara y provocando una derrota vergonzosa para Montenegro, el nuevo primer ministro y líder del Partido Socialdemócrata.
El líder de Chega, André Ventura, quiere que los socialdemócratas se unan a su partido en una alianza parlamentaria. Eso crearía una mayoría general y colocaría a Chega en el centro del poder. Pero hasta ahora Montenegro se ha negado a emplear esa fórmula.
En lugar de ello, Montenegro dejó a Chega al margen al llegar a un acuerdo con los socialistas, el rival tradicional de su partido, para nombrar a un presidente de cada partido que cumpliera mandatos de dos años.
Este tipo de acuerdo supone una muestra de las nuevas circunstancias políticas con las que Montenegro podría verse obligado a lidiar en los próximos cuatro años.