Salvo sorpresa mayúscula, se espera que el gobierno de François Bayrou caiga esta semana. También se ha lanzado una convocatoria para bloquear el país el miércoles.
El futuro del primer ministro francés, François Bayrou, pende de un hilo este lunes 8 de septiembre, con un voto de confianza que, sobre el papel, parece muy desfavorable. Como la votación se realiza por mayoría absoluta de los votos emitidos, más de la mitad de los votantes tendrían que rechazar el voto de confianza para hacer caer al primer ministro y a su Gobierno.
Prácticamente todas las fuerzas políticas han anunciado su intención de rechazar este voto de confianza, desde la ultraderechista Agrupación Nacional (RN) hasta la izquierdista radical La France Insoumise (LFI), pasando por el izquierdista Partido Socialista (PS). Por parte del partido conservador Les Républicains (LR), los diputados tendrán "libertad de voto", según anunció el domingo el líder del grupo, Laurent Vauquiez.
Si el Gobierno cae, el presidente francés, Emmanuel Macron, tendrá la opción de nombrar un nuevo primer ministro, conformarse con un Gobierno provisional o disolver de nuevo la Asamblea Nacional. Ninguna de estas tres soluciones parece ideal para el jefe del Estado, que se enfrenta a una persistente inestabilidad política desde el inicio de su segundo mandato.
Llamamiento a la paralización del país el miércoles
Dos días después del voto de confianza, Francia podría vivir una jornada de huelga. En primavera, apareció en las redes sociales un llamamiento a "bloquearlo todo el 10 de septiembre", aunque no estaba claro quién estaba detrás.
Lo que en un principio parecía el movimiento de los 'Gillets jaunes' incluye ahora también a activistas de partidos políticos como LFI y sindicatos como la CGT. Pero sigue siendo difícil predecir el alcance de las acciones que se llevarán a cabo el miércoles. Además de huelgas (transportes, función pública, educación nacional, hospitales, comercios, recogida de basuras) y manifestaciones, se ha planteado una huelga de tarjetas de crédito, bloqueos de lugares estratégicos y sabotajes de radares fijos o cajeros automáticos.
Los servicios de inteligencia calculan que podrían participar hasta 100.000 personas. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, afirma que no teme "un movimiento a gran escala".