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Fue “l’enfant terrible” del arte mexicano. Rebelde, original, visionario. Plantó cara a la todopoderosa escuela del muralismo encarnada por Diego Rivera y abanderó la que se dio en llamar como la “Generación de la Ruptura”.
Nos referimos a José Luis Cuevas. Pintor, escultor, escritor, un artista en el sentido más amplio. El lunes falleció a los 83 años y un día después el Gobierno mexicano le ha rendido un homenaje en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México en presencia de su familia y representantes del mundo de la cultura.
“Doy mis condolencias a México y al mundo, a la cultura y al arte, y dejo constancia de mi profundo cariño, de mi admiración y mi interminable gratitud para este hombre que, parafraseando a Octavio Paz, cada día dibujaba nuestra herida”, dijo su amigo, el arquitector y escultor Fernando González Cortázar.
Cuevas abrió nuevas vías en el arte mexicano. Rompió con la perspectiva y la armonía formal. Su obra se reconoce por las grotescas y deformadas facciones de sus figuras.
El momento más emotivo del actor fue cuando sus hijas, que estuvieron alejadas de él en los últimos años, rodearon la urna en medio de aplausos y expresiones de ánimo.