La isla balear celebra este aniversario orgullosa de su ambiente festivo pero también interesada en cambiar su imagen de ocio discotequero por un destino más sofisticado y ecologista.
Ibiza es una isla multifacética. En los últimos cuarenta años ha sido conocida a través de artistas, bohemios, turistas y legiones de amantes de las discotecas y de sus fiestas de la camiseta mojada.
Pero el paso de fenicios, cartagineses, romanos y árabes también dejó un rico legado histórico, con enclaves declarados patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Nos lo cuenta el alcalde de la ciudad de Ibiza Rafa Ruiz.
"Somos mundialmente conocidos básicamente por el ocio nocturno, por la riqueza natural de neustras playas y el tema de nuestra cultura. Mucha gente y muchos dirigentes y muchos empresarios nos preguntan qué tiene Ibiza para tener tanto éxito. Yo creo que es su cultura y su riqueza patrimonial".
Pep Tur, concejal de cultura y patrimonio, nos describe el principal monumento certificado por la UNESCO.
"El principal bien declarado por la UNESCO como patrimonio son las murallas renacentistas. Unas murallas podemos decir que en un estado casi impecable. Tenemos la suerte de que nunca fueron atacadas. Y que sirvieron de ejemplo para todas las que la corona española hizo a partir del siglo XVI en las colonias en Sudamérica".
Ibiza también quiere desprenderse de la imagen de isla de la fiesta eterna, reino del coma etílico y droga al por mayor, que atrajo al crimen organizado. Y cambiarla por conceptos tan en boga como sostenibilidad y turismo ecológico.
"Me parece que está muy cuidado", asegura Beatriz Borque, turista. "Es la primera vez que vengo a Ibiza y me está gustando un montón. Está muy bien conservado".
"Hasta ahora he visto un montón de edificios bonitos", dice Connor Aggrs, turista estadounidense. "Iglesias antiguas y cosas impresionantes. Mucha gente ve la isla como un lugar para la fiesta. Pero también es bueno ver el otro lado".
Ibiza celebra los veinte años tanscurridos desde que la UNESCO declaró patrimonio de la Humanidad varios de sus tesoros naturales y arqueológicos, como las praderas de posidonia oceánica o la necrópolis de Puig des Molins.