La Comisión Europea volverá a imponer en 2026 una veda temporal de pesca en el Golfo de Vizcaya para reducir la mortalidad de delfines, tras constatar que los cierres invernales de los últimos años han dado resultados positivos, aunque la medida afectará a unos 300 barcos.
Cada invierno, el Golfo de Vizcaya se convierte en un escenario de riesgo para los delfines comunes. La coincidencia entre sus desplazamientos estacionales y una intensa actividad pesquera hace que, año tras año, aumente la probabilidad de capturas accidentales. Es una realidad que científicos y autoridades conocen desde hace tiempo y que ha obligado a Bruselas a intervenir de nuevo.
La Comisión Europea anunció esta semana que en 2026 volverá a aplicar una veda temporal de pesca en la zona, una medida diseñada para reducir la mortalidad de delfines y otros pequeños cetáceos. El cierre se extenderá del 22 de enero al 20 de febrero y afectará a los barcos de más de ocho metros de eslora, que deberán permanecer en puerto durante ese periodo.
La decisión no surge de la nada. Es el tercer año consecutivo en el que la Unión Europea recurre a este tipo de cierre invernal, tras comprobar que las restricciones anteriores han dado resultados. Según datos citados por Bruselas, el número de delfines muertos en 2025 fue sensiblemente inferior al registrado antes de que se implantaran las vedas, un argumento clave para repetir la medida.
Detrás de esta política hay un problema persistente. Cada invierno, cientos de delfines aparecen muertos en las costas atlánticas, muchos de ellos con indicios claros de haber quedado atrapados en redes de pesca. Organismos científicos como el observatorio francés PELAGIS llevan años documentando esta situación y reclamando actuaciones concretas para frenarla.
Unos 300 barcos se verán afectados
El nuevo cierre afectará a unos 300 barcos de la Unión Europea, un impacto que la Comisión reconoce. Por ese motivo, Bruselas ha recordado que los pescadores podrán acceder a compensaciones económicas a través del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura, además de posibles ayudas nacionales, con el objetivo de amortiguar la pérdida de ingresos durante el periodo de inactividad.
La veda, sin embargo, no es la única medida prevista. La Comisión mantiene la obligación de que determinados buques utilicen dispositivos acústicos disuasorios durante todo el año, aparatos que emiten sonidos para mantener a los cetáceos alejados de las redes. A ello se suma el refuerzo de los programas de seguimiento, con observadores a bordo y sistemas de cámaras destinados a vigilar las interacciones entre la pesca y la fauna marina.
En conjunto, Bruselas busca repetir una fórmula que ya ha demostrado ser eficaz: reducir la presión pesquera en los momentos más críticos del año para dar un respiro a los delfines, sin perder de vista la necesidad de sostener la actividad de un sector clave para muchas comunidades costeras.