Nuestras hijas no sufrirán una mutilación

Nuestras hijas no sufrirán una mutilación
Por Euronews
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“Dos mujeres me agarraron y me llevaron a una habitación. La que estaba detras de mi, me agarró la cabeza y puso sus rodillas en los hombros. Lloré, grité.” Estas líneas las escribió Khady Koita en su libro “Mutilada”. Esta escritora senegalesa sufrió una mutilación genital cuando tenía siete años.

La ablación se sigue practicando en muchos países. Existen leyes que la prohíben pero son todavía insuficientes frente a este problema de grandes dimensiones.

Khady asegura que sigue “sintiendo la rabia, al igual que la incomprensión… Con todo el progreso que hay en el mundo, en tantos ámbitos, ¿por qué no hemos progresado en esta cuestión? ¿por qué no hemos cambiado de mentalidad? Esto me enfurece.”

La ablación se practica sobre todo en África y en Asia. Pero también en países occidentales. Francia es uno de los países que ha prohibido la mutilación genital femenina. Su legislación es de las más severas y cientos de casos han sido llevados a juicio. Además leyes galas afectan igualmente a aquellas familias residentes en Francia que envían a sus hijas a países donde la ablación es legal.

A sus 53 años, Khady sigue traumatizada. “La violencia con la que trataron mi cuerpo de niña, no la entendí. Nadie me avisó, ni mis hermanas mayores, ni mis amigas, nadie. Fue injusto y totalmente gratuito e inexplicable. ¿Por qué me castigaron así? La huella psicológica dejada tras un acto así es muy, muy importante ya que te acordarás el resto de tu vida. Y a veces, ese recuerdo puede provocarte una depresión. Pero como en nuestra cultura la depresión no existe, o no existía antes.. Para ellos es como si estuvieses pasando una mala racha. Pero yo relaciono todo con esa mutilación y obviamente ha afectado mi vida personal, mi vida sexual, las secuelas se quedarán ahí para siempre,” asegura la autora.

Las autoridades desconocen la amplitud de este fenómeno en occidente. En Francia, los médicos y otros profesionales tiene la obligación de dar la voz de alerta en caso de sospecha.

Bafing Kul es cantante. Le echaron de su país, Mali, por haber compuesto una canción que denunciaba la ablación femenina. Él sostiene que gracias a la música, se pueden cambiar las mentalidades de los más jóvenes. Pero además, también es necesario que otros hombres, no sólo las mujeres, alcen la voz, dice:

“No me gusta hablar en estos términos pero en la sociedad patriarcal, el hombre es el jefe de la familia. Y aunque me gustaría que esto cambiase en Mali, por ahora esto es así. Por eso es tan importante que los hombres se impliquen en esta lucha. Sin ellos, no se pueden cambiar las cosas. Y no solo hablo de Mali sino del mundo entero. Porque al fin y al cabo no es solo un problema de mujeres. Hablamos de derechos humanos.Y eso también nos afecta a nosotros, los hombres. Afecta a todo el mundo por eso tienen que comprometerse los hombres.”

Hace algunos años, en Mali, Bafing Kul intentó cambiar las mentalidades de la gente de la calle. Un hombre le aseguró que la ablación “era práctica ya que obligas a tu mujer a que sea leal”. Para otros, “sería desastroso que esta práctica desapareciese, la mujer sentiría demasiado placer.” Algunos aseguraban que la ablación “no tiene que ver con la religión. Es una cuestión de tradición”. También algunas mujeres le dijeron que “hay que mutilar a la mujer ya que si no no la podríamos controlar”.

La mutilación genital afecta a una de cada tres mujeres en África. Aquí en Europa, en Francia, habría hasta 65.000 casos. Las críticas aseguran que la ablación femenina no es una cuestión religiosa o cultural sino criminal. Y consideran que una legislación severa es esencial para combatir esta práctica. Linda Weil-Curiel es abogada y defiende a mujeres que han sufrida una ablación. Para ella, la justicia es esencial en este asunto: “Les puedes decir, repetir durante 30 años a una familia: no lo hagáis. Pero si no temen a la justicia, hacen lo que les da la gana. Por otro lado, sé que el miedo a ir a la carcel o a juicio hace que sean más prudentes y protejan más a sus hijos.”

Para Isabelle Gillette-Faye, directora de la Federación francesa GAMS por la Defensa de las Mujeres, “la educación es fundamental. Por ejemplo, en los países africanos en los que cada vez más gente tiene acceso a la educación se observa una disminución de los casos, menos hijas repiten lo que hicieron sus madres.”

Aunque esta lucha sea complicada, hay avances. La ONU ha votado recientemente en contra de esta práctica. El objetivo: presionar a los políticos del mundo entero para que luchen, ellos también, contra la mutilación genital femenina.

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