ARY Macedonia: entre la esperanza y la violencia

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Por Euronews
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En la parte alta de Prístina, la capital de Kósovo, está el llamado cementerio de los mártires. Gazmend Gashi viene a rendir homenaje a su hermano

En la parte alta de Prístina, la capital de Kósovo, está el llamado cementerio de los mártires. Gazmend Gashi viene a rendir homenaje a su hermano Turgaj, enterrado aquí hace unos días junto a otros miembros del antiguo Ejército de Liberación Kosovar o ELK.

Todos ellos murieron en una operación en la Antigua República Yugoslava de Madedonia en un enfrentamiento con la policía de aquel país el 9 de mayo, en la ciudad de Kumanovo.

Turgaj deja mujer y tres hijos. Su familia le considera un héroe. Su hermano el primero: “Estos hombres partieron a defender los derechos del pueblo albanés. En ARY Macedonia representan el 40% de la población y no se respetan sus derechos. Qué puedo decir, nuestra familia está orgullosa de ellos. Estamos muy orgullosos de tener un hombre como él en nuestra familia”.

Centenares de personas en Prístina acudieron al funeral, organizado por familias y veteranos del ELK. El Gobierno de Kósovo, no obstante, ha condenado los sucesos de Kumanovo, que se encuentra cerca de la frontera norte de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, apenas a veinte kilómetros de la frontera con Kósovo.

Allí la comunidad albanesa representa más de un cuarto de la población. Y es allí que se infiltró una cuarentena de hombres armados, muchos excombatientes del ELK. Acusados de preparar atentados terroristas, el grupo fue objeto de una redada. Resultado: 14 muertos entre los militares albaneses, ocho entre los policías macedonios.

Y un barrio totalmente arrasado.

Shaban vivía en una de esas casas desde hace casi medio siglo: “Eran las cinco de la mañana; dormía en una habitación con mi mujer y mi madre estaba en otra. Fue ella la que oyó los disparos y me gritó que nos disparaban. Mi mujer nos deslizamos por el suelo con mi madre mientras nos disparaban todavía. El fuego se propagó por toda la casa”.

Avistados por un policía macedonio, la famila escapó por poco. Nadie les había avisado de la operación.

“La responsabilidad del Estado es protegernos de las catástrofes naturales o de cualquier otra catástrofe. Y ha pasado lo contrario. El ataque se llevó a cabo sin haberse asegurado de que no hubiera gente en las casas”, se queja Ridvan Jashari, habitante de la ciudad.

Para la familia de Jashari nada justifica lo que pasó en Kumanovo, donde las comunidades albanesa y macedonia cohabitan pacíficamente. Incluso aunque, aseguran, la discriminación persiste en algunos ámbitos. “La relaciones interétnicas son buenas. Desde que nací hace 55 años, siempre he vivido cerca de vecinos macedonios y nunca hemos tenido un problema”, dice Jashari.

Los macedonios eslavos de Kumanovo están también conmocionados. Nikola es uno de ellos: Vive a a penas 50 metros de donde sucedió el tiroteo. Todo el mundo está asustado aquí; cuenta. El drama no podrá, según él, afectar a las relaciones entre comunidades: “Tengo muchos amigos albaneses, y no hay problemas entre nosotros. Todo es normal, no hay disputas, es como antes y no va a cambiar. He hablado con muchos amigos, macedonios y albaneses, y nadie sabe qué ha pasado. Hay mucha especulación, sobre un complot interno orquestado por los partidos políticos; también se dice que ha venido del exterior, países extranjeros que están implicados. Francamente, nadie sabe nada”, asegura.

Muchas sombras sobre los acontecimientos del 9 de mayo, los más sangrientos en el país que desde el conflicto de 2001. Una crisis terminó con los acuerdos de Orhid en los que se garantizaban los derechos de la minoría albanesa.

Tras los incidentes de Kumanovo muchos observadores se preguntan sobre los cálculos políticos del Gobierno de Skopia. Es el caso de Sasho Ordanoski, periodista y analista: “Hay cada vez más pruebas de que de algún modo el servicio secreto macedonio o elementos del servicio secreto se encargaron de organizarlo todo para que pasara. Necesitamos una investigación seria y concienzuda sobre lo que pasó. Creo que se hizo para cambiar la dinámica interna de la Antigua República Yugoslava de Macedonia. El Gobierno está bajo mucha presión por sus práctica ilegales, y quieren que el asunto deje de tener interés y se debata en su lugar sobre las relaciones étnicas”.

Los edificios y estatuas que han invadido la capital desde el lanzamiento del proyecto Skopie 2014 están entre los símbolos más visibles del mal funcionamiento del Estado, algo que denuncia la sociedad civil. En el poder desde hace 9 años, el Gobierno de Nikola Gruevski se ha visto envuelto en numerosos escándalos de corrupción y desvío de fondos públicos.

En un país con un 30% de paro y donde un 10% de la población vive con menos de 40 euros al mes, el descontento crece. Jasmina Golubovska, de Comité Helsinki para los Derechos Humanos, lo verbaliza: “El Gobierno se ha gastado casi 500 millones de euros en edificios mientra la gente vive en la pobreza.
Creemos que las tensiones étnicas se sacan a propósito en los medios. Así la gente no ve la privación económica, la inseguridad social y sanitara, la inseguridad de la gente en general.
Porque todo es un desastre. En todas las instituciones, todas las instancias. El sistema judicial no funciona, ni los servicios públicos funcionan para nada, la gente está descontenta”.

Quejas a las que se une el escándalo de escuchas telefónicas a gran escala, que motivaron las manifestaciones masivas a Skopie en mayo. Con todas las comunidades mezcladas. Los representantes de los diversos movimientos que han integrado estas protestas se han instalado frente a la sede de Gobierno, reclamando su dimisión. Con la mediación de la UE este se ha comprometido a negociar con la oposición de cara a las próximas elecciones.

Pero esto no es suficiente para responder a los males que sufre el país, subraya Zdravko Saveski uno de los líderes de las manifestaciones de mayo con su colectivo ‘Solidarnost’: “Creemos que la Unión Europeoa quiere la estabilidad de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, pero quiere que los partidos acuerden lo que sea. No para más democracia sino por estabilidad. Queremos que la UE nos ayude a traer de nuevo la democracia al país”.

Una condición también para evitar que acontecimientos como los de Kumanovo se repitan. Algo que puede comprometer la estabilidad regional en muchos sentidos, concluye Ordanoski: “Estos incidentes pueden ser serios. También pueden tener efectos en la región. No espero otra gran guerra o crisis, pero se puede desestabilizar la seguridad de la región a otros niveles. En la cuestión económica, inversiones extranjeras, estabilidad política y ese tipo de cosas”.

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