El autor del informe, analista del European Policy Centre, señala que la extrema derecha ha sabido canalizar la frustración de los menores de 25 años por la pérdida de un empleo estable y la independencia económica, elementos ligados a la masculinidad tradicional.
Los jóvenes portugueses votan cinco veces más a la extrema derecha que las chicas. La conclusión, presentada en un informe del European Policy Centre, refleja una tendencia creciente que marca una brecha de género entre la juventud europea cuando se trata de política: los hombres se orientan hacia ideales de extrema derecha, mientras que las mujeres se inclinan por movimientos progresistas.
En Portugal, en la población juvenil, cada voto femenino a un partido de extrema derecha se corresponde con 4,9 votos masculinos. Es la segunda cifra más alta de la Unión Europea, sólo por detrás de Croacia (6,0), y por delante de países como España (4,6), Dinamarca (4,4) y Finlandia (4,2). El mismo patrón se observó en las votaciones de las últimas elecciones europeas de 2024.
La causa de esta disparidad de género en el comportamiento de voto de los jóvenes puede estar en la economía
"El aumento del antifeminismo entre los hombres jóvenes no es sólo una reacción al feminismo, sino también el resultado de la creciente precariedad, especialmente entre los hombres trabajadores que no tienen un título universitario", señala Javier Carbonell, autor del estudio, que subraya que los hombres más jóvenes tienen menos acceso al empleo. Las oportunidades laborales, subraya, "llevan décadas aumentando entre las mujeres menores de 24 años, mientras que han ido disminuyendo para los hombres".
Debido al declive "en términos de renta, riqueza, empleo, poder adquisitivo, nivel educativo y salud mental", los chicos europeos menores de 25 años se sienten atraídos por la "visión tradicional de la masculinidad" que propugnan los partidos de extrema derecha, que "han sabido capitalizar la frustración asociada a la pérdida de un trabajo estable y de la independencia económica, marcadores tradicionales de la masculinidad", explica Carbonell.
El estudio advierte de que "esta brecha de género amenaza no sólo la igualdad entre hombres y mujeres, sino también los cimientos del propio apoyo democrático, ya que los jóvenes radicalizados suelen mostrar un compromiso más débil con las normas democráticas".