La Justicia francesa ha ordenado interrogar nuevamente a Jacqueline Jacob, tía abuela de Grégory Villemin, el niño asesinado en 1984.
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Más de 40 años después del asesinato del pequeño Grégory Villemin, un caso que conmocionó a Francia, la Justicia ha ordenado interrogar de nuevo a Jacqueline Jacob, tía abuela del menor, y estudia ponerla bajo investigación por "conspiración criminal".
La decisión se basa en un reciente peritaje caligráfico que vincula a Jacob con una de las cartas enviadas por el misterioso autor de las amenazas que durante años acosó a la familia Villemin, conocido como 'Le Corbeau' (el cuervo).
Philippe Astruc, fiscal del Tribunal de Apelación de Dijon, ha declarado que se la citará para una audiencia que "no tendrá lugar hasta dentro de varios meses". El abogado de Jacob, sin embargo, ha restado importancia a la medida, asegurando que "no hay elementos nuevos ni cargos formales".
Jacob ya fue arrestada brevemente en 2017, junto a su marido Marcel, aunque ambos fueron liberados. En su caso, la acusación de "secuestro seguido de muerte" se archivó por defectos de procedimiento.
Un misterio judicial
El caso Grégory, que comenzó el 16 de octubre de 1984 con la aparición del cuerpo del niño de 4 años, atado de pies y manos, en un río del noreste de Francia, ha sido objeto de numerosas investigaciones y giros judiciales, sin que hasta ahora se haya identificado con certeza al asesino.
La cadena de cartas anónimas y tensiones familiares han convertido este crimen en uno de los mayores enigmas sin resolver de la historia judicial francesa. Tras la aparición del cuerpo, los padres de Grégory recibieron una carta anónima que decía: "Espero que se consuma de dolor, jefe. Su dinero no le devolverá a su hijo. Esta es mi venganza. Pobre desgraciado".
A lo largo de los años, múltiples sospechosos han sido interrogados sin que se haya encontrado al culpable. Aunque Bernard Laroche, primo del padre, se vio rápidamente implicado tras las acusaciones de su cuñada, una chica de 15 años, fue puesto en libertad tras ser acusado de asesinato y encarcelado. En marzo de 1985 fue asesinado por el padre de Grégory, Jean-Marie Villemin, que estaba convencido de su culpabilidad.
La madre de Grégory, Christine Villemin, también fue acusada en 1985 por el asesinato de su hijo, pero finalmente fue sobreseída en 1993 por falta de pruebas.