En Lituania, el número de enfermos de tuberculosis es uno entre los más elevados de la Unión Europea. El hospital de Kaunas se ha modernizado gracias a la financiación europea y busca frenar la enfermedad gracias, en parte, a una nueva prueba genética que permite diagnosticarla en sólo cuatro horas.
La tuberculosis es una de las enfermedades más mortales, que afecta a casi 11 millones de personas en todo el mundo. Lituania es uno de los países más afectados de Europa, con 23 casos por cada 100.000 habitantes, frente a sólo siete en Francia. Esta alta tasa se debe al colapso de las estructuras sanitarias, que permitió que la tuberculosis se propagara tras la caída de la Unión Soviética. En 1998, hubo 87 casos por cada 100.000 habitantes. Desde entonces, este país de menos de tres millones de habitantes intenta volver a valores más próximos a los de Europa Occidental.
Para frenar la enfermedad, la Unión Europea ha invertido en la renovación del hospital Romainiai de Kaunas, la segunda ciudad del país. El centro forma parte de Kauno klinikos, el mayor centro hospitalario de los países bálticos.
El hospital Romainiai trata a pacientes con tuberculosis desde 1937. En el punto álgido de la endemia, había 500 camas. Hoy quedan 150, la mayoría ocupadas por enfermos de tuberculosis.
Entre 2016 y 2020 se renovaron las antiguas instalaciones: cuatro años de obras por un total de más de 13 millones de euros, financiados en un 85% por la política de cohesión de la Unión Europea.
El resultado son habitaciones modernas y equipos de vanguardia. El hospital dispone ahora de fibroscopios para realizar broncoscopias, una exploración de los bronquios que es esencial para diagnosticar la tuberculosis.
También ha digitalizado su sala de radiología, con imágenes almacenadas en una base de datos accesible a médicos de todo el país. Pero el avance más revolucionario es una prueba genética capaz de hacer un diagnóstico en sólo 4 horas, que además detecta la resistencia a los fármacos. Las muestras proceden de toda Lituania.
Esto permite iniciar el tratamiento lo antes posible.
El tratamiento de la enfermedad es una batalla a largo plazo. Lo es, en particular, cuando el paciente es resistente al tratamiento de referencia para la tuberculosis, la rifampicina, o a otros fármacos. En el caso de la tuberculosis multirresistente, el tratamiento puede durar hasta dos años, en lugar de seis meses.
Uno de los mayores retos que plantea la tuberculosis es que es difícil de detectar. La Dra. Greta Musteikiene explica que los síntomas son tos, fiebre, pérdida de peso y fatiga.
Alma lleva seis meses en el hospital. Su tratamiento podría durar 18 meses. Con un poco de suerte, lo terminará en casa. Los primeros días en este hospital, a 100 km de su hogar, fueron muy duros.
Le preocupaba el estigma de su entorno. Sus compañeros de trabajo eran amables, pero se realizaron pruebas. Alma no volverá a su antiguo trabajo, donde clasificaba verduras en frío: ya no tolera las bajas temperaturas.
La tuberculosis es una enfermedad que se puede contraer sin llegar nunca a desarrollarse. De los dos mil millones de personas infectadas en el mundo, solo el 5% enferma. La enfermedad afecta sobre todo a los sectores más desfavorecidos de la población y a las personas alcohólicas. Pero cualquier persona puede verse afectada si entra en contacto con alguien con tuberculosis que esté tosiendo.
El hospital de Kaunas prosigue su lucha para reducir las tasas de tuberculosis. En 60 años, el número de pacientes en Lituania ha disminuido en un 90%.