Paris, Roland Garros se le sigue resistiendo a Nola Djokovic. Sin Nadal, cuando todo hacía indicar que este íba a ser su año, el de la definitiva
Paris, Roland Garros se le sigue resistiendo a Nola Djokovic. Sin Nadal, cuando todo hacía indicar que este íba a ser su año, el de la definitiva conquista de la Copa de los Mosqueteros, Stanislas Wawrinka se cruzó en su camino para, después de firmar un partido perfecto, proclamarse con todo merecimiento campeón de Roland Garros 2015.
El tenista helvético jugó tocado por una varita. Si no fue el mejor partido de su vida, cerca le debe andar. Stan de Man, en cuatro sets, 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4, tumbó al número uno del mundo para reinar sobre la arcilla de Paris.
At the end of a long battle, a hug between stanwawrinka</a> & <a href="https://twitter.com/DjokerNole">
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— Roland Garros (@rolandgarros) 7 Giugno 2015
De la raqueta de Djokovic salían dudas, puede que el miedo a perder cuando todo lo tenía de cara para hacerse con el Grand Slam y sobre todo para exorcizar los fantasmas que le persiguen en la capital francesa.
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— Roland Garros (@rolandgarros) 7 Giugno 2015
Mientras, de la raqueta de Wawrinka salían golpes perfectos, sobre todo cada vez que conectaba su explosivo revés. Un golpe que el suizo eleva a la categoría de obra de arte.
Tras desperdiciar una primera bola de partido, cuando el relog marcaba las 3 horas y 10 minutos de partido, a la segunda Wawrinka se coló en el Olimpo de los Nadal, Borg, Lendl y demás dioses del tenis de todos los tiempo… de todos menos de un Djokovic que asistió con deportividad a la celebración del título de un Wawrinka que agiganta la leyenda de un Rafa Nadal al que se echó a faltar también en las celebraciones. Sí, Wawrinka festejó con frialdad suiza el triunfo de su vida. Ese por el que Djokovic mataría.