REPORTAJE: Ramadán en el exilio

Primer Ramadán lejos de su país. Es el caso de los refugiados sirios, iraquíes o afganos del centro de acogida de Evzoni, en Grecia. Los sacrificios y la abstinencia durante el día no obtienen después la recompensa de celebrar el iftar en familia, la comida nocturna con la que se rompe el ayuno durante el mes islámico del Ramadán.
Me gustaría ver a mi familia de nuevo en Siria o en cualquier otro país, porque los echo mucho de menos, especialmente a mi madre
Abdul Basir, procedente de Afganistán:
“ Todo el mundo echa de menos a sus familias y su país. Para los que estamos lejos de nuestra tierra, nuestros vecinos y nuestros parientes, es muy complicado”
Los amigos y las amistades hechas en el campo de refugiados sustituirán a una familia de la que se tienen pocas noticias o, en ocasiones, ninguna.
Abdoulam Hammed, 24 años, originario de Alepo, Siria:
“ Es mi primer día de Ramadán. Es muy duro porque empecé el ayuno a las 4 de la madrugada y he terminado a las 9 de la noche. Es mucho tiempo. Me gustaría ver a mi familia de nuevo en Siria o en cualquier otro país, porque los echo mucho de menos, especialmente a mi madre”
En otro campo cerca de Atenas, el de Schistó, un improvisado mastil de plástico indica la dirección de la Meca para que los fieles musulmanes puedan dirigir sus oraciones. O sus deseos de una vida mejor.