Continúan los homenajes al párroco asesinado el martes en un atentado reivindicado por el grupo Estado Islamico.
Continúan los homenajes al párroco asesinado el martes en un atentado reivindicado por el grupo Estado Islamico. Un día después de la celebración de una multitudinaria misa en la catedral parisina de Notre Dame a la que acudió François Hollande, unas 3.500 personas se han congregado en la localidad de Saint Etienne du Roubray, donde tuvo lugar el crimen.
El alcalde de la localidad, Hubert Wulfranc, ha condenado el ataque: “Una emoción intensa traída por este acto ignominioso que no acabará ni aquí, en Saint Etienne du Rouvray, ni en ningún otro sitio.”
También ha estado presente la monja que logró escapar de los dos yihadistas y dio la voz de alarma. Las autoridades han esgrimido razones de seguridad para prohibir una marcha prevista para después del homenaje.
Una mujer explica que el acto le ha hecho sentir mucho mejor ya que “es un reconocimiento a lo que él era, a lo que hemos perdido”. Otra de las asistentes señalaba que “el pueblo francés es fuerte” y aseguraba creer en “Francia, en sus musulmanes, en sus católicos y en sus judíos”.
Jacques Hamel tenía 86 años y, pese a poder estar jubilado, actuaba como cura auxiliar en la parroquia en la que fue degollado. Quienes le conocían destacan su sencillez y su voluntad. Siempre aseguró que trabajaría hasta el último aliento.