¿Pueden suponer los refugiados un problema sanitario para Europa?

¿Pueden suponer los refugiados un problema sanitario para Europa?
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Por Euronews
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Cuando las escuelas de Profitis, en Grecia, abrieron sus puertas a los niños refugiados hubo una amplia presencia policial.

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Cuando las escuelas de Profitis, en Grecia, abrieron sus puertas a los niños refugiados hubo una amplia presencia policial. Se quería evitar posibles altercados entre los vecinos, que protestaban a las puertas del colegio diciendo que los recién llegados podrían introducir enfermedades en la comunidad.

Una preocupación que han mostrado también otros países. Los temores al resurgimiento de enfermedades como la tuberculosis, el VIH y otras enfermedades infecciosas se han debatido en foros y medios de comunicación de todo el continente. En la retina aún están las imágenes de los trabajadores sociales con máscaras en la cara cuando reciben a los refugiados.

¿Tenemos motivos para preocuparnos?

Los encargados de salud pública en Europa aseguran que no. En realidad es al contrario; los que tienen riesgo de contraer enfermedades son los propios refugiados.

El doctor Andrea Ammon, director en funciones del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), afirma que “la gente cree erróneamente que los refugiados son portadores de enfermedades infecciosas y que podrían contagiar a los vecinos de la localidad. Pero sería más preciso decir que son los inmigrantes y refugiados los más vulnerables a contraer enfermedades. El riesgo de infectar a una población de acogida es mínimo”.

La razón es sencilla. La mayoría de las enfermedades contagiosas están asociadas a condiciones de vida miserables. Los refugiados se han enfrentado a un viaje agotador y llegan exhaustos. Después, suelen ser acogidos en centros que están abarrotados, que tienen escasas condiciones sanitarias y acceso limitado al agua potable.

Son mucho más vulnerables a contraer enfermedades pero, como explica el doctor Santino Severoni, coordinador de Salud Pública y Migraciones de la Organización Mundial de la Salud, “a nosotros nos pasaría lo mismo si estuviéramos sujetos a esas situaciones”.

El grupo con mayor riesgo a sufrir enfermedades de las que la población europea suele estar ya vacunada son los niños. Normalmente, los pequeños vienen de países cuyos sistemas sanitarios han dejado de funcionar, lo que ha provocado un vacío en el programa de vacunación infantil. Es el caso de Siria, por ejemplo.

La solución no es difícil. La Dirección General de la Comisión Europea para la Salud y la Seguridad Alimentaria ha coordinado un programa para proporcionar a los niños refugiados todas las vacunas básicas a su llegada, con dosis de refuerzo administradas por el país anfitrión.

Todos los niños que llegaron a Profitis fueron vacunados antes de ser admitidos en el colegio, por lo que suponen un riesgo menor para la salud pública que los niños europeos que no están vacunados.

Tampoco guardan mucha relación con los refugiados las historia de terror que se cuentan sobre enfermedades como el ébola. Como apunta el doctor Severoni: “En primer lugar, nadie con ébola conseguiría llegar a Europa”.

Hasta el momento, todos los casos de este tipo de enfermedades en Europa estuvieron relacionados con viajes internacionales y con trabajadores humanitarios y no con la inmigración. En este sentido, los aeropuertos internacionales representan un riesgo tan grande para la salud pública como los barcos de refugiados. En ambos casos, la OMS y la ECDC consideran que los brotes pueden ser gestionados y controlados con medidas apropiadas de vigilancia y prevención.

Estas afirmaciones están respaldadas por los datos, que no muestran ningún incremento en las incidencias nacionales de enfermedades importantes, como la tuberculosis o el VIH, a consecuencia de los refugiados.

Sin embargo, los refugiados siguen padeciendo enfermedades que podrían prevenirse. “Si hay algo que recomendaría”, dice el doctor Severoni, “sería que se destinara dinero para permitir a los refugiados que tengan acceso a los servicios y para prevenir su exclusión. La verdad es que esta sería la medida más eficaz que podríamos llevar a cabo contra la transmisión de enfermedades”.

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