Bosnia y Herzegovina: muriendo por el carbón

Bosnia y Herzegovina: muriendo por el carbón
Por Aurora Velez
Compartir esta noticiaComentarios
Compartir esta noticiaClose Button
Copia/pega el link embed del vídeo de abajo:Copy to clipboardCopied

En Bosnia y Herzegovina, las centrales de carbón contaminan los sedimentos, el agua y la cadena alimentaria. Los problemas sanitarios se multiplican

En los Balcanes, las centrales de carbón contaminan los sedimentos, el agua y la cadena alimentaria. El 50% de la electricidad que genera el país procede las energías fósiles. En Bosnia- Herzegovina hay 4 plantas y el gobierno prevé construir una decena más.

Es el día de Todos los Santos en Divkovici. Los vecinos rinden homenaje a sus seres queridos desaparecidos.

Goran Stojak perdió a su padre hace tres meses debido a un cancer de pulmón fulminante. En este pequeño pueblo de apenas setenta habitantes, han muerto de esta enfermedad seis personas, en cuatro meses.

Aquí se culpa a la central térmica de carbón de Tuzla, que vierte sus residuos a unos cientos de metros del pueblo.

Goran Stojak lucha desde hace cuatro años para proteger a los vecinos de la contaminación causada por la planta. Explica que los desechos “llegan hasta el lago por una tubería. Y este agua, se filtra poco a poco en la tierra, se propaga por las orillas a ambos lados del lago y llega a los pozos que la gente usa para el agua potable”.

Los residuos terminan en enormes vertederos, situados en las lindes de Divkovici.

El año pasado, los análisis realizados por un laboratorio independiente, revelaron la presencia de altas concentraciones de metales pesados, a varias decenas de metros bajo tierra.

Valerie Gauriat, reportera de Euronews coge un puñado de tierra y comenta que “aparentemente es una tierra rica, fértil. Pero es polvo de los residuos que provienen de la central de carbón. Dentro hay cadmio, mercurio, arsénico, cromo. Y todo esto ha contaminado las tierras que rodean el pueblo y, obviamente, el agua.”

Cuando el tiempo es seco, el viento propaga las cenizas tóxicas hasta las casas. La gente sufre de bronquitis, asma y enfermedades pulmonares. La mujer y el hijo de siete años de Goran Stojak pasaron
varias horas en hospital, la víspera de la entrevista, “debido a una obstrucción pulmonar. Cuando estoy en la cama, oigo los gritos de dolor de mi vecino que sufre por un cáncer de pulmón. Estamos condenados a morir. De aquí a algunos años, el pueblo estará vacío. No quedará nadie”, dice Stojak.

Goran es presidente de la comunidad de vecinos de la central de Tuzla y no ha cesado de alertar a las autoridades locales. Pero dice que nadie hace nada por ellos.

Mila Divkovic está jubilada y hasta ahora ha vivido de una pequeña pensión y de lo que producía su huerta. Ahora se queja de que lo que cultiva no crece como es debido. “Antes estas remolachas pesaban tres kilos, ahora se las doy al ganado.”

A pesar de los resultados de los análisis realizados el año pasado, para ella es difícil encontrar otra solución. “No queda más remedio. Tenemos unas pensiones muy bajas. De algo hay que vivir. No tenemos dinero para compar cosas. Mi hijo está en paro. Tengo que cultivar la huerta para poder comer.”

Es imposible penetrar dentro del recinto de la central de carbón de Tuzla.

La combustión del carbón produce dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, partículas finas. El carbón es la energía fósil más nociva.

Entre la central, la contaminación de los coches y el consumo doméstico de carbón, Tuzla es la segunda ciudad más contaminada de Europa, según una ONG local de defensa del medioambiente, Centre for Ecology and Energy
La organización ha denunciado los proyectos de ampliación de la central de Tuzla. Su responsable señala que más valdría invertir en eficiencia energética. Dzemila Agic, director de la ONG, explica que “aplicando medidas simples, se podría reducir el consumo de energía térmica en un 42 % y las emisiones de CO2 en 40 %, con medidas simples como el aislamiento térmico de los edificios.”

Actualmente hay cuatro centrales de carbón en Bosnia-Herzegovina, a las que se sumarían otra decena en estudio.
Lo cual – segun las ONGs – genearía un aumento del 18 % en las emisiones de gases de efecto invernadero, de aquí a 2030, con respecto a los niveles de 1990.

Al no haber una planificación nacional, la construcción de nuevas plantas no depende del Estado sino de las dos entidades administrativas que lo componen: la Federación Bosnia-Herzegovina y de la República Srpska.

A la pregunta de si esos planes deberían desterrarse para cumplir con la reducción de las emisiones pactada, Amir Softic, vice-ministro de Comercio Exterior y Energía, sonríe y después comenta que “es una cuestión política que los gobiernos de las dos entidades que componen Bosnia-Herzegovina tienen que gestionar. Por otro lado, el Estado se compromete a respetar lo pactado con la comunidad energética y la Unión Europea. Estamos convencidos de que vamos a alcanzar el objetivo de un 40% de energías renovables de aquí al 2020.”

Nos dirigimos a la Republica Srpska, a la central de carbón de Ugljevic. Aquí también se va a construir una nueva unidad. La dirección nos ha abierto las puertas pero no quieren que se mencione el proyecto de ampliación que las organizaciones de defensa del medio ambiente también denuncian. De lo que quieren hablarnos es de la modernización de la planta, prevista de aquí a tres años, para adaptarla a las normas europea. Zlatko Malovic, director de proyecto en la central de Ugljevic asegura que “con la finalización de la instalación de la unidad de desulfurización, reduciremos las emisiones de dióxido de azufre más de ochenta veces: hasta 200 miligramos por metro cúbico, lo cual se ajusta a los baremos europeos más rigurosos. Por otro lado, también dividiremos por ocho las emisiones de partículas duras de la chimenea, con las instalación de electrofiltros”.

Aquí nadie protesta por los problemas sanitarios o medioambientales causados por la central, que es vital en el empleo de la región.

Radivoje Radic vive aquí desde hace veinte años. A la espera de fuentes de energía límpias, la población local vive en una eterna contradicción. “Sea cual sea el riesgo de producir electricidad de este modo, no nos queda más remedio que hacerlo para evitar que nuestra juventud se vaya a otras ciudades, a otros países, a otros continentes. Pero, si no hay jóvenes en la región, ¿qué sentido tendría mantener esta planta abierta?” se pregunta Radic, haciéndose eco de una preocupación social.

Compartir esta noticiaComentarios

Noticias relacionadas

Nick Mabey: "El Mediterráneo se está calentando el doble que el resto del planeta"

Cambio climático: los viñedos ingleses sacan partido

Atentados de París: un juicio, heridas abiertas y una revolución en la respuesta a ataques masivos