El futuro de la industria automovilística alemana está en el aire

El futuro de la industria automovilística alemana está en el aire
Por Hans von der Brelie
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La política de transporte, el escándalo del diésel y los intereses de la industria automovilística suman un debate candente que domina la campaña electoral…

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La política de transporte, el escándalo del diésel y los intereses de la industria automovilística suman un debate candente que domina la campaña electoral alemana.

Estamos en Stuttgart, donde nos reunimos con Manfred Niess. Este profesor jubilado vive cerca del cruce más sucio de Alemania, el “Neckar-Tor” y protesta junto a sus vecinos contra la contaminación del aire.

Niess es el enemigo de los defensores del diésel. En 2005 presentó una famosa demanda debido a los altos niveles de partículas en el aire y cinco años después atacó de nuevo en contra de la alta cantidad de óxidos de nitrógeno generados por los coches diésel.

“El problema es que aquí en Stuttgart y en otras muchas ciudades la población está envenenada por la contaminación del aire. Quiero que la gente pueda vivir en un entorno seguro. Los habitantes de Stuttgart pierden de dos a nueve años de vida sólo por vivir aquí. En Stuttgart la industria del automóvil es la verdadera gobernante de la región. El gobierno trata de ser una especie de sirviente de esta industria. Bueno, de hecho no sólo lo intenta sino que lo es”.

La Agencia Europea de Medio Ambiente estima que cada año 10000 personas mueren prematuramente en Alemania por culpa de los óxidos de nitrógeno generado por los diésel, aunque estas cifras sean cuestionadas.

Nos encontramos ahora con Erik Sturm. Este artista trabaja con el polvo con el objetivo de hacer visible lo invisible. Sturm ha elegido el cruce más sucio de Alemania para hacerlo.

“Aquí he descubierto un material al que yo llamo el Neckar-Tor negro, que es un polvo muy fino que se almacena aquí en grandes depósitos. Este polvo se incrusta entre los dientes de todos nosotros. He encontrado gran cantidad y la voy a transformar en una obra de arte”.

Mientras Sturm trabaja en su peculiar fórmula aprovechemos para ver cuáles son las posturas políticas sobre el particular. El más radical es el partido verde, que quiere desterrar los motores de combustión para el 2030. Los socialdemócratas, por su parte, se muestran ambiguos y su líder, Martin Schulz, se proclama en favor de una cuota europea para los coches eléctricos. Y los conservadores, por el contrario, abogan por el funcionamiento de los motores de combustión durante, palabras de Angela Merkel, “algunas décadas más”.

“Bueno, el color negro Neckar-Tor está ya casi listo. Aquí tenemos un trozo de la ciudad de Stuttgart. Es una materia prima renovable, podría producir este color especial sin fin porque este material estará todavía allí durante bastante tiempo”.

Germany Air pollutionLa obra de Erik intrigó profudamente al profesor Achim Dittler, quien trabajó durante años para un importante fabricante alemán desarrollando sistemas de escape de gases. Hoy día enseña en un instituto técnico. En su opinión, la tecnología diésel es demonizada por los medios de comunicación mal informados y por los políticos en su campañas, y piensa que la electromobilidad está sobrestimada. Para Dittler las tecnologías de motores de combustión sobrevivirán gracias a los combustibles sintéticos. Insiste en que el diésel tiene futuro porque los nuevos motores son limpios.

“Ya no hay ni plomo ni dióxido de azufre en el aire. Todos esos contaminantes atmosféricos, todas esas sustancias neurotóxicas han desaparecido. Por eso para mí este debate no tiene sentido. Cuando analizamos la situación de manera general vemos que la situación ha mejorado. Incluso si cambiásemos a coches de batería apreciaríamos también las particulas de los neumáticos y las de los frenos liberadas por abrasión. Tanto los diésel limpios como los eléctricos liberan el polvo abrasivo, es lo mismo…”.

El empresario social Jan Lutz cree en datos abiertos. ¿Cuántas partículas hay en el aire? Lutz y su hijo necesitan 12 minutos para montar su medidor de contaminación atmosférica. El manual de bricolaje está en Internet, Lutz lanzó el proyecto. Gracias a él, Stuttgart estará pronto cubierto por una red de analistas. Y nos envía un mensaje: “No tenga miedo de hacer lo que hay que hacer para salvar el mundo. Solo hágalo. Y hágalo ahora”.

“La oportunidad para implementar alguna solución estándar ordinaria está ya casi cerrada, ahora buscamos un salto cuántico. Queremos dar un gran salto adelante y para ello necesitamos una ciudad sin coches. Los cambios relativos a la movilidad urbana son posibles. Las cargas pueden ser transportadas por bicicletas especiales. En el futuro la ciudad se desplazará a pie y en bicicleta”.

Lutz es uno de los miles de ciclistas que protestan los viernes por la noche, demostrando su poder y voluntad de cambio paralizando el tráfico de Stuttgart.

Si los políticos no encuentran la manera de combinar las necesidades de movilidad con las preocupaciones por la salud, los tribunales lo harán. Los coches diésel podrían ser prohibidos en el centro de la ciudad muy pronto…

¿Gestionará Alemania el cambio de su política energética y de transporte? La respuesta la sabremos tras las elecciones parlamentarias.

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